Capítulo 19: Chispa de complicidad

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El sol se filtraba a través de los árboles, tiñendo el paisaje de tonos dorados mientras el grupo se preparaba para abandonar el chalet y regresar a casa. Antes de partir, el ambiente dentro del chalet era caótico y animado, ya que todos nos apresurábamos a recoger nuestras pertenencias y dejar el lugar en orden.

Los chicos eran un desastre recogiendo la casa. Sophie encontró unos calzoncillos tirados que eran de Thomas y los sostuvo en alto, con una expresión de burla en su rostro.

—¿En serio, Thomas? ¡Eres un desastre!—, exclamó Sophie.

Thomas se encogió de hombros con una sonrisa divertida. —Los dejé ahí para que no olvides que soy un desastre encantador—, respondió, haciendo que todos riéramos.

Clarise estaba buscando desesperadamente su neceser. —¿Dónde demonios está mi neceser?—, gritó desde la otra habitación.

—Creo que está en mi maleta—, respondió Sophie, sacando el neceser de entre sus cosas. —Creo que tu recoges más de la cuenta, Sophie—, dijo Thomas con una risa.

 —¿Y mi paquete de tabaco? Estaba en el porche casi entero y solo queda la mitad—Gritó Rose desesperada asomándose bajo los sillones que había en el porche.

 —Creo que tengo parte de culpa, pero ya te compraré uno Rose—Dijo Thomas encogiéndose de hombros.

Mientras tanto, Ian y yo también tuvimos nuestros momentos divertidos. Mientras recogía mis cosas, Ian se acercó y me empezó a hacer cosquillas. —Me gustaría que, cuando lleguemos a casa, hablemos sobre lo que realmente somos o lo que quieres que seamos. —Me dijo Ian al oído haciendo que se me pusieran los bellos de punta.

Me miró con tanta seriedad que sentí una mezcla de nervios y emoción. —Claro, Ian. También quiero hablar contigo sobre eso—, le respondí, sonriendo.

Antes de salir, Ian me jaló del brazo hacia el baño.—No puedo resistirme, Emma, me vuelves loco.—Cuando iba a abrir la boca para contestar el me la tapó con un sutil beso al que respondí haciéndolo aún más profundo colocando mis manos en su cuello. Sin darnos cuenta no podíamos parar, entre jadeos, nos estábamos besando intensamente, con nuestras manos explorando cada rincón. Sentía la calidez de sus manos en mi piel, y cada caricia enviaba ondas de deseo por mi cuerpo. El beso era profundo y apasionado, sus labios suaves y firmes contra los míos, como si estuviéramos tratando de fundirnos en uno solo.

Mis manos recorrieron su espalda, sintiendo cada músculo tenso bajo la piel, mientras las suyas se enredaban en mi cabello y bajaban por mi espalda, provocando un estremecimiento en cada centímetro de mi cuerpo. La intensidad del momento era abrumadora, y el mundo exterior desapareció por completo, dejándonos solo a nosotros dos en nuestro pequeño universo de deseo y conexión. Ian se quitó la camiseta debido al calor sofocante que había en el baño y yo hice lo mismo entre besos y jadeos.

—Eres preciosa Emma. —A lo que respondí acercándome a él agarrándole de la nuca y besándolo a lo que él respondió haciéndolo aún más profundo. Un beso con el que nuestras lenguas bailaban al mismo compás, lleno de desesperación por ambas partes.

 Con sus manos aprovechó para guiar las mías hasta su abdomen marcado. Invitándome a sentir desde el abdominal más inferior que terminaba en una marcada V, hasta su pecho, acabando en un profundo beso. Mientras el me agarraba la cintura y hacia circulitos con los dedos en mi espalda poniéndome los pelos de punta. Acabamos apartándonos por falta de oxígeno, pero no estábamos satisfechos después de tantos meses de atracción. Por lo que Ian me subió a horcajadas sobre él y me empezó a besar mordiéndome ligeramente el labio inferior haciendo que una ola de electricidad me recorriera el cuerpo llevándome a una realidad paralela. Con las pocas neuronas activas que me quedaban pude acariciarle las mejillas y profundizando el beso.

Entre Sombras y Susurros de AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora