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No sé si a todo el mundo le pasa que dice y hace cosas diferentes, pero a mí me está costando mucho ser coherente conmigo misma últimamente. Dije que no volvería a mentirle a Alexis y lo hice, dije que no volvería a ir a una fiesta con Nik y así fue. Dije que no pisaría más aquel bar, que lo único que hacía era remontarme a momentos que ahora se vislumbraban lejanos y que no tenía la intención de revivir. Sin embargo, aquí está, enfundada en mi viejo abrigo, pero al menos esta vez estaba Alexis conmigo.

—Recuérdame por qué estoy aquí.

—Porque eres mi mejor amiga.

—¿Y por qué llevas un abrigo de cashmere en un bar donde las chicas andan semidesnudas?

Alexis va vestida casual, pero asegurándose siempre de no desentonar con el lugar.

—Es invierno, Lex, y no intento llamar la atención. Recuerda que venimos a investigar.

—Dudo que pases desapercibida en una discoteca si vas vestida como tu abuela y no somos la policía, Liv; si el chico no te ha hablado en una semana es porque no le interesas.

—¿Auch?

Alexis pone los ojos en blanco.

Llegamos casi hasta la altura del estacionamiento usual donde ya se encuentran las motos, pero no me permito voltear a mirar en busca del mandala. Esta noche no he venido a ver a Nik, sino a su mejor amigo. Necesito saber qué es lo que él sabe y si Nik ha decidido no hablarme más, me veré obligada a poner mi cabeza en otro lado. Y, supongo, de esa manera todos salimos ganando: él, Gerda, Alexis, mis abuelos y yo. Aunque, si algo me queda claro, es que las cosas nunca salen como las planeas.

—¿Estará Peter? Tu amigo que atiende en la barra —pregunta Alexis mientras intentamos ver por encima de las cabezas que ocupan toda la pista de baile.

—Se supone que busques a Renny, no a Peter.

—No conozco al tal Renny, ¿cómo quieres que lo busque?

—Ya te lo dije, tatuajes, pelo rizado, more... —mi voz se extingue cuando inevitablemente volteo a ver a la barra y como si hubiera sentido mi mirada, Robin voltea también a verme, sofocando todo el aire de mis pulmones.

Sus ojos penetran los míos como dos puntas de lanza y siento cómo la sangre abandona mi rostro en ese instante.

—Creo que fue una mala idea venir —tomo a Alexis del brazo para recuperar la estabilidad antes de forzarla a salir de local, pero ella no se mueve.

—Obviamente es una mala idea, pero ya estamos aquí. Al menos quiero saber quién es el que te trae loquita. Muéstrame al tal Nik.

Veo a Robin limpiarse las manos con un secador de cocina y deshacerse del mandil que lleva atado a la cintura. Tiro de Alexis con todas mis fuerzas en la dirección opuesta con la intención de mezclarnos entre la gente y que él nos pierda de vista. Esta vez ella no opone resistencia, pero las personas están tan apiñadas que apenas consigo avanzar un par de pasos.

—¡Hey, Liv! —escucho la voz de Robin y lo veo abrirse paso con más habilidad que yo. Alexis voltea a mirarlo con curiosidad y él pronto nos alcanza. Los ojos de Alexis me escrutan en busca de una explicación que yo no puedo darle con él plantado delante de mí.

—Hola —no consigo sonar natural.

—Hola —responde con alivio en la voz—. Necesitaba hablar contigo, ya sabes... sobre lo que pasó, pero no tenía tu número y el novato no quiso dármelo. Ya iba a empezar a aplicar otros métodos —bromea con increíble serenidad.

—No tenemos nada de qué hablar, Robin.

—Sé que no es un buen momento, solo quería disculparme. Actué mal, había tomado un par de copas de más, estaba furioso y quiero que sepas que no volverá a ocurrir. Tú no tienes la culpa de nada... —se interrumpe a sí mismo y veo cómo desvía la mirada hacia algo que se encuentra a mis espaldas—. Solo espero que puedas disculparme —dice volviendo a mirarme a los ojos y casi podría jurar que está siendo sincero.

Dicho esto, se aleja sin más y siento el codo huesudo de Alexis clavarse en mis costillas. Sigo la mirada de mi mejor amiga hasta el fondo del local, a nuestras espaldas, y no me cuesta darme cuenta de qué fue lo que espantó a Robin.

—¿Es él? —escucho la voz de mi amiga, pero no logro despegar los ojos del chico que camina con resolución hacia nosotras. De modo que no tengo tiempo de responder a su pregunta antes de que Nik me tome del brazo, ignorando por completo la presencia de Alexis.

—¿Qué hacías hablando con ese tipo? —exige saber y yo no puedo creer que sea él quien me esté pidiendo explicaciones a mí—. ¿Ahora son amigos?

—No. —Su actitud tosca y grosera no ha cambiado en lo absoluto—. Vine porque necesitaba hablar contigo.

Y ahora me doy cuenta de que fue eso lo que me trajo hasta aquí.

—Pudiste haber llamado.

—Tú también pudiste haberlo hecho —le reclamo.

—Salgamos de acá.

—Soy Alexis, por cierto —mi amiga se hace notar.

Nik le dedica una mirada apática antes de posar una de sus manos en la parte baja de mi espalda y comenzar a avanzar entre multitud.

Casi no consigo descifrar sus palabras en medio del bullicio propio del bar, pero aun así me dejo guiar por él. Nik me sorprende cuando me toma de la mano y yo volteo a mirar a Alexis para asegurarme de que nos sigue. Cuando cruzamos la puerta de salida, él no me suelta y continuamos caminando así, sin pronunciar palabra, hasta sumergirnos en el húmedo callejón de nuestro primer encuentro.

—¡Liv! —susurra Alexis y yo le suplico con la mirada que me acompañe hasta el pequeño grupo de motociclistas que se carcajea a coro a pocos metros de distancia.

—Liv —me saluda Renny y recién entonces Nik nota que continúa sosteniendo mi mano y no tarda en liberarla para unirse al grupo.

—Renny —Alexis se detiene a pocos pasos de nosotros con expresión aterrorizada—, ella es mi mejor amiga, Alexis.

Renny le regala una de sus encantadoras sonrisas y Alexis se limita a deformar sus labios en un gesto forzado.

—¿Es la primera vez que vienes? —le pregunta con gracia, no era difícil deducir su falta de experiencia.

—No. —Alexis disimula el pánico y se ríe como si acabara de escuchar algo completamente absurdo.

—¡Bailarina! —pronuncia otro de los chicos con entusiasmo como si también se alegrara de verme.

—Estábamos por pasarnos a casa de Renny, ¿vienen? —habla Nik cerca de mi oído y aquí estoy yo de nuevo, haciendo algo que había prometido no repetir.

Me sorprende que Alexis no se oponga al plan, más bien parece agradarle la idea, sobre todo cuando Renny se ofrece a llevarla en su moto. No logro interpretar si sus sonrisas son de simple amabilidad o si se trata de alguna especie de flirteo entre ambos, considerando que llevan no más de cinco minutos de conocerse. Aunque no es inusual que el moreno haya quedado prendado con la belleza de Alexis, también debo admitir que Renny tiene un atractivo especial con las chicas.

—¿Ya te has subido a una antes?

—Por supuesto —miente. No puedo evitar poner los ojos en blanco, pese a que ninguno de los dos me está mirando.

Renny la ayuda a subir con cierta dificultad y le dedica una sonrisa cuando lo logra. ¿Quién no se fijaría en un chico simpático y atento como él? Pero, para mi mala suerte, había tropezado con Nik y su imagen había quedado grabada bajo mi piel desde el día en que lo conocí.

—¿Vamos? —Nik me mira expectante. Me coloco el casco y me subo detrás de él como toda una experta, antes de que el aire denso del lóbrego callejón sea reemplazado por el viento acelerado de la noche. 

DESADAPTADOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora