Nik se dirige hasta el lugar donde dejamos su motocicleta para montarse en ella y ordenarme que haga lo mismo. Sé que está afectado por la noticia de su padre, así que no titubeo al obedecerlo, pese a que debería estar de vuelta en la escuela lo antes posible. Había pedido permiso para salir a «almorzar con mi abuela», pero si tardaba más de lo necesario era obvio que sospecharían de mi mentira. Nik comienza a acelerar cuando alcanzamos la autopista. Estamos cerca al océano, el viento corre con fuerza y la neblina envuelve nuestros cuerpos. Casi no hay autos que se interpongan en nuestro camino, pero su mente tampoco está aquí y no puedo evitar preocuparme cuando la moto empieza a ganar velocidad, más de a la que jamás ha ido conmigo.
—Nik, hay cámaras en toda la costa —no responde—. Baja la velocidad —la pista va en doble sentido, la bruma es espesa y tengo miedo de que en cualquier momento un auto en sentido contrario nos sorprenda.
Siento la vibración del celular de Nik bajo mi brazo y hurgo en el bolsillo de su chaqueta para ver el nombre de Renny en el identificador de llamadas.
—¡Es Renny! —hago una pausa—. ¡Por favor, detente!
La velocidad comienza a disminuir hasta que finalmente nos detenemos en la berma, a un lado de la calzada. Me bajo de la moto tan pronto el motor deja de funcionar.
—¿Estás loco? ¿Quieres matarnos?
—Soy campeón de carreras de velocidad, ¿lo olvidas? Nunca he tenido un accidente.
—¡Eso no significa que nunca vas a tener uno! —Nik resopla y desvía la mirada. Le entrego su celular—. Renny te estaba llamando.
—No quiero hablar con él ahora.
—¿Se puede saber a dónde me llevas?
—¡No lo sé! Solo... quería distraerme de toda esta mierda.
—Voy a llamar a Renny —busco en las llamadas recientes y presiono su nombre en la pantalla táctil.
—Liv, no.
—Puede ser importante —timbra dos veces antes de que conteste.
—¡Nik! ¿Por qué no contestas? —suena consternado.
—Renny, soy Liv, Nik está aquí conmigo.
—Liv, ¿Puedes pasarme con él? —me parece oír la voz de mi mejor amiga a lo lejos, lo cual me resulta extraño. Hasta hace un par de horas estaban peleados.
—¿Pasó algo? ¿Alexis está ahí?
—Detuvieron a los chicos.
—¿Otra vez? —miro a Nik con los ojos muy abiertos por la impresión y el frunce ligeramente el ceño antes de quitarme el celular y contestar.
—Renny, soy yo.
No alcanzo a oír más que murmullos del otro lado de la línea y la impavidez reflejada en los gestos de Nik no me permite interpretar con claridad la gravedad de la situación. Sin embargo, una extraña sensación de complacencia me embarga al saber a Nik aquí conmigo, y no tras las rejas.
—¿Y qué quieres que haga? —por fin las dos hendiduras ganan profundidad en su entrecejo—. ¡Ellos se lo buscaron, que ellos lo resuelvan! Yo ya no tengo más que ver en esto —vuelve a guardar el celular en su bolsillo con brusquedad y se coloca nuevamente el casco sobre la cabeza.
—Te llevo a tu escuela.
—No —me mira—. Quiero que me lleves a casa de Renny.
—No voy para allá.
—Yo sí y si no me llevas tú, esperaré un taxi —Nik suspira antes de volver su vista al frente, pero esta vez no discute.
Cuando llegamos a la casa de Renny, él me sigue sin pronunciar palabra. Su mejor amigo se alegra de vernos y por la forma en que nos recibe sé que no esperaba nuestra visita, aunque el malestar por la situación de sus compañeros no lo ha abandonado. Nik entra a la casa sin saludar a su amigo y camina directamente al sofá para dejarse caer en él cuan largo es.
—¿Todo bien con él?
—Sí —miento. Cuando Nik quiera compartirlo con él, lo hará.
—¡Liv! ¿Qué haces acá? —mi amiga llega corriendo en cuanto me ve y me abraza efusivamente, reacción que me deja algo contrariada.
—¿Esto significa que ya arreglaron sus problemas? —Alexis se cuelga del cuello de su novio con una sonrisa que no le cabe en rostro para demostrarme que así es.
Paso largo rato conversando en la pequeña terraza de la casa con ambos chicos y Renny me pone al tanto de lo que ha estado pasando. Nik no me había mencionado nada sobre un robo en casa de Thiago. No sé si yo sea el motivo o es que toda la situación de su padre lo tiene realmente mal, pero me alivia enormemente que haya decidido no participar en él. Nik no se separa del sofá en toda la tarde ni muestra interés alguno en conocer la complicada situación en la que se encuentran los que hasta hace poco tiempo fueron sus colegas.
—Él muy imbécil no sabía que sus padres habían colocado una alarma de seguridad en su casa.
—¿Cómo? —hablo desconcertada—. ¿No vivía con sus padres?
—Hace poco lo dejaron a su suerte para que escarmentara, pero parece que el escarmiento le va a salir caro.
—¿Y ahora que va a pasar?
—Por lo poco que pude hablar con Thiago, está tratando de convencerlos para que no pongan ninguna denuncia. Lo dejaron pasar la noche en la comisaría antes de pagar la fianza, pero no se va a librar tan fácil. Parece que sus viejos lo van a mandar de viaje.
—Lo dices como si fuera un castigo —interviene mi amiga—. Deberían haberlo dejado encerrado igual que al resto. Ojalá al menos le sirva para alejarse de esos tipos —Renny suspira y se frota la cara con ambas manos.
—Ahora todo depende de él.
—Ya es tarde, Lex, tenemos que volver a la escuela o Sonia no nos va a dejar salir más.
—Yo las llevo —se ofrece Renny.
—No es necesario, podemos pedir un taxi.
—¿No quieres que me vean tus amigas?
—No seas tonto —lo rodea por el cuello—. Si quieres hago una fiesta con todas para presentarte oficialmente como mi novio, pero tendrás que esperar hasta después de la función. ¡Verdad! —lo mira—. ¿Vas a ir?
—Mmm... —hace una mueca—. Ballet, ¿no? Creo que prefiero el fútbol —Alexis le da una palmada juguetona en el hombro y el chico se carcajea—. Es broma. Ahí voy a estar, en primera fila.
—¡Ni se te ocurra! —le advierte.
Me acerco a Nik para despedirme mientras la pareja de enamorados sigue en lo suyo, cuando me doy cuenta de que se ha quedado dormido. Luce tan tranquilo que no quiero despertarlo, por fin aquel bache entre sus cejas ha desaparecido y sus facciones se han relajado en un profundo sueño. Contemplo su rostro sereno mientras acomodo los mechones rubios de pelo que por poco le cubren los ojos y acaricio delicadamente su frente. Nik no se inmuta.
—¿Vamos? —la voz de mi mejor amiga me sorprende.
—Sí, vamos.
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DESADAPTADOS
RomanceLos tatuajes eran su armadura, algo que había construido por años para protegerse, pero había uno en particular que desentonaba con su apariencia ruda. Tenía la forma de una flor, pero se camuflaba en blanco y negro en aquel océano de tinta que nave...