—¡Nik! ¿No vas a cenar? —escucho la voz de Roger aproximarse por el pasadizo hasta mi cuarto, segundos antes de que su cabeza se asome por la puerta.
—Se te están pegando las malas costumbres de tu novia —le digo y el ríe.
—He preparado un delicioso enrollado de pollo en salsa de champiñones. Sonia debe estar por llegar —arrugo la nariz. Detesto los hongos.
—Salgo en un rato.
La puerta se vuelve a cerrar y mi atención se dirige nuevamente a la pantalla de mi laptop sobre el escritorio. Leer sobre trastornos de la alimentación y clínicas especializadas en su tratamiento se ha vuelto mi nuevo pasatiempo. Un bip me saca de mi concentración, acabo de recibir un correo. Interrumpo mi lectura por un rato para dirigirme a mi bandeja de entrada y le doy click al único mensaje que me aparece como «no leído».
De: Carolina Preixa
Para:
Recibido: 17 de octubre del 2016
Nik, te reenvío algunas fotografías que me mando tu padre. Espero que no te moleste, pero le di tu correo para que pueda comunicarse directamente contigo cuando así lo decida.
Saludos,
CP
Hay una serie de imágenes adjuntas que no terminan de cargar, pero aún antes de verlas siento cómo una presión fría a la altura de mi pecho me ataca. La ansiedad me carcome por dentro, seguía sin saber realmente nada de este hombre, más que su nombre, que tenía cuarenta y dos años y una familia en Canadá. Y ahora, de pronto, recibía fotos suyas. Fotos que cuando la bendita señal de internet decida funcionar le darán un rostro a ese nombre.
Oigo el timbre sonar y una voz familiar me libera de mi ensimismamiento. Es Liv. Casi de manera instintiva cierro todas las ventanas abiertas que guardan relación con su enfermedad y salgo de mi cuarto.
—Liv —Roger suena sorprendido—. Nik está en su cuarto, aún no sale a comer. ¿Por qué no nos acompañas?
En dos zancadas estoy en la sala y me encuentro con mi tío de pie junto a la puerta, y a mi novia parada en el umbral de la entrada con el rostro pálido y desencajado. No habíamos perdido la comunicación desde que volvimos a estar juntos, pero definitivamente la personalidad obsesiva de Liv se había vuelto algo difícil de manejar para ambos. Ella seguía a mi lado, pero no podía evitar sentirla cada vez más lejos.
Me precipito hasta la chica que trae puesta un buzo mío, el cual le queda exageradamente grande, y la tomo de la mano para conducirla de vuelta a mi habitación.
—Nik, ¿no van a cenar?
—Deja mi comida en el microondas —le digo antes de arrastrar a mi novia lejos de ahí.
—Liv, ¿tú no...? —Roger no ha terminado de hablar antes de que hayamos desaparecido de su vista.
Tan pronto cierro la puerta de mi habitación detrás de nosotros me giro para verla a la cara.
—Me escapé de la escuela —me dice.
—¿Pasó algo? —ella niega con la cabeza, pero su expresión me dice todo lo contrario. Entonces sus ojos se llenan de lágrimas—. ¿Qué pasa?
—Prométeme que no me vas a dejar —solloza.
—¿Qué dices? —hablo confundido.
—No sé cómo puedes seguir conmigo. Sé que es solo cuestión de tiempo para que te canses de mí y quieras irte.
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DESADAPTADOS
RomanceLos tatuajes eran su armadura, algo que había construido por años para protegerse, pero había uno en particular que desentonaba con su apariencia ruda. Tenía la forma de una flor, pero se camuflaba en blanco y negro en aquel océano de tinta que nave...