—¿Me estás escuchando? —me espeta Alexis.
—¡Silencio! —la voz estridente de Gerda me saca de golpe de mi ensimismamiento. Hacía los ejercicios en la barra de modo mecánico y no había escuchado ni una sola palabra de la boca de Alexis.
—¿Qué dijiste? —le susurro.
—¡Que le hablé a mis padres de Renny y quieren conocerlo! —me sorprende no haber reaccionado ante aquella noticia.
—¿Qué tanto les hablaste de él?
No estoy muy segura de que sus padres sepan realmente con quién está saliendo su hija y dudo que quisieran conocerlo si supieran de dónde proviene o a qué se dedica.
Los padres de Alexis son personas con las que estaré siempre agradecida, me habían acogido como una hija y me abrieron las puertas de su familia en el momento más difícil de mi vida. Pero no todo el tiempo se habían mostrado como las personas más amables del mundo conmigo. Ni con el resto del mundo. Sabía que Mía era especialmente prejuiciosa con cualquier persona que no perteneciera a su entorno —incluso lo fue conmigo al principio— y Álvaro era de esos hombres que evitan los conflictos a toda costa y harían cualquier cosa para complacer a su esposa.
Nunca me trataron mal, pero incluso en la inocencia que caracteriza a una niña de siete años, había podido notar cierto recelo y desagrado en su mirada. Recuerdo perfectamente su rostro el día que Alexis me presentó a su madre por primera vez. Los rumores sobre mi familia disfuncional no pasaban desapercibidos entre los padres de las demás alumnas. «Es nieta de los Besich», «Su madre quedo embarazada de ella a los dieciocho», «Ahora trabaja como vedette», además del hecho de que no tenía padre.
Alexis y yo nos volvimos mejores amigas en mi primer año de escuela y al poco tiempo su casa se convirtió en mi segundo hogar. Mil veces más grande que el mío. Pero, aún en su magnitud, resultaba ser un mejor refugio para una niña que la habitación que compartía con su madre. Fue así como los padres de mi mejor amiga, a la fuerza, empezaron a conocerme y terminaron por comprender que yo no tenía la culpa de los errores que habían cometido mis padres, y no merecía ser juzgada por ellos.
—Lo suficiente —dice, aunque no suena convencida.
Ahora estamos una al lado de la otra, de espalda a la barra, mientras realizamos los grand battements, ejercicio que requiere lanzar la pierna al aire con fuerza sin mover las caderas.
—¿De verdad quieres que lo conozcan?
—Va a cenar en mi casa este fin de semana —dice en un hilo de voz—. Tienes que venir, please —me ruega.
—¡Alexis! Cambia de lugar con Madison —mi amiga resopla y no le queda más que obedecer.
No podía decirle que no a Alexis, sabía que estaría nerviosa e iba a necesitar de mí para mantenerse firme en aquel momento, pero tenía un fuerte presentimiento de que las cosas no iban a resultar bien.
Bajo su apariencia de frivolidad, Mía era una buena persona. ¿Serían capaces de hacer sentir inferior a Renny en mi presencia, incluso conociendo mi pasado? O tal vez era ese el motivo por el que Alexis quería que fuera, yo era la forma de asegurarse de que eso no ocurriera. Sea como sea, no tenía opción. La única ventaja de no tener una familia es que tampoco tengo dramas familiares, pero para suplir esa ausencia la familia de Alexis es perfecta.
—¿Vas a ir? —Alexis llega con dos brincos hasta mi lado a penas Gerda da por terminada la clase.
—Sí —respondo en medio de una exhalación mientras me seco el sudor de la frente con una toalla de mano. Ella suspira aliviada.
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DESADAPTADOS
RomanceLos tatuajes eran su armadura, algo que había construido por años para protegerse, pero había uno en particular que desentonaba con su apariencia ruda. Tenía la forma de una flor, pero se camuflaba en blanco y negro en aquel océano de tinta que nave...