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—No entiendo por qué Renny no me lo contó —repite por cuarta vez aquella noche al tiempo que sacude la cabeza—. Pensé que confiaba en mí, pensé que tú confiabas en mí —vuelve a mirarme.

—Ya te dije que esto no se trata de mí, Lex, es sobre Nik.

—¡Te involucró en un robo!

—¡Yo me involucré en un robo!

—¡No, él lo hizo! Te utilizó y tú caíste como una tonta. Se suponía que tú eras la racional acá —me recrimina.

—No quiero seguir hablando del tema —me doy vuelta en la cama para darle la espalda.

—Ok, sigue encubriendo a un ladrón —me siento de golpe.

—¿Acaso Renny no lo está encubriendo también?

—Renny es demasiado bueno, ese es su problema. Es un buen amigo hasta con quién no se lo merece.

—Tal vez deberías aprender un poco de él.

Me deshago de las sábanas y salgo de la cama para dejar a Alexis hablando sola.

—¡Estás cegada! —grita a mis espaldas, pero ya he dejado la habitación.

Desearía haber tomado un buzo antes de salir, pero mi orgullo no me permite volver a entrar a la casa en busca de una. No hasta que Alexis se haya quedado dormida. Estoy muy molesta con Nik, pero no tolero oír cómo mi amiga emite juicios sin pensar en lo que pudo haberlo llevado a hacer lo que hizo. El jardín de la casa de Alexis es lo suficientemente grande para perderme por un rato bajo la única luz de la luna. Un sonido ahogado me sorprende en medio de los arbustos, el felino de pelo raso y oscuro, que da la impresión de llevar puestas unas botas negras, me observa. Sus ojos turquesas deslumbran en medio del pelaje prieto de su cara.

—¿Qué haces acá solo, Calcetines? —el gato se frota entre mis piernas antes de dejarse caer sobre su espalda esperando que lo acaricie.

Calcetines es un gato tranquilo que fue a parar a casa de los Arias-Schreiber lleno de magulladuras resultado de enfrentamientos salvajes con otros gatos callejeros. Al inicio era muy asustadizo, al menor ruido salía huyendo y no estaba segura a que se debía el hecho de que casi no pudiera maullar. Otros dos gatos, Salem, de pelo negro y ojos ámbar, y Mozzarella, otro siamés alvino, también adoptados, merodean la casa y son alimentados a diario por la mucama, pero ningún miembro de la familia les presta especial atención, cosa que a mí me causa algo de lástima.

—Últimamente me parezco a ti, Calcetines, parece que me he vuelto noctámbula.

Calcetines se retuerce sobre el pasto humedecido por la llovizna y juega con sus patas mientras acaricio el pelo ligeramente más claro de su panza. Pronto vuelve a sostenerse sobre sus cuatro patas y desaparece de mi vista de un brinco entre el matorral.

No pienso que los gatos sean animales solitarios o ariscos, simplemente saben ser más independientes que las personas. No dependen de nadie y no requieren de atención constante como nosotros, pero las circunstancias obligan a algunos a ser más esquivos que otros y entonces los llaman asociales. Sin embargo, creo que a pesar de poder valerse por sí mismos, son perfectamente capaces de percibir la falta de afecto y necesitar de él como todos. Los entiendo ahora más que nunca, porque siento que, bajo mi manto de autosuficiencia, aguardo siempre por atención y aunque digo no necesitar de nadie, busco constantemente algo a lo que aferrarme para no perderme en una libertad que no sepa manejar. Alguien que me ayude a sostener mi brújula, no alguien que altere el curso de mi vida hasta hacerme perder de vista mi norte.

Nik me ha llamado varias veces esta semana, pero esta vez soy yo la que no quiere hablar con él. Le he pedido a Alexis que no me comente más del tema de sus amigos, ya que enterarme de la situación legal de todos los demás chicos que estuvieron involucrados en el robo solo me transporta de regreso a él. Su enojo con Renny había durado menos de lo que les llevó enamorarse perdidamente el uno del otro, así que tampoco podía seguir molesta conmigo mucho tiempo más. Ahora que Alexis sabe la verdad y también de boca de Renny, no es la misma chica que juzga y etiqueta a los demás sin escuchar razones. Sé que no hay motivo que justifique lo que hicieron y ni siquiera lo que siento por Nik puede apartar sus malos actos de mi memoria, pero tampoco deseo que mi amiga se quede con un concepto equivocado de él.

DESADAPTADOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora