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Renny no volvió a dormir anoche. Saben algo de Alexis?

Leo el mensaje enviado cerca de las ocho de la mañana cuando me levanto. Es más de mediodía, pero hoy no tengo ánimos para ensayar. Últimamente no tengo ánimos para nada. Veo que tengo una llamada perdida de Adriano y se la devuelvo de inmediato.

—Liv.

—¿Apareció?

—No, nada. Habrá que esperar hasta mañana para poder reportarlo a la policía y dejar que ellos se encarguen de la investigación.

—Renny tampoco volvió a su casa.

—Hablaste con Nik —dice como si le pesara.

—Me mandó un mensaje esta mañana —me justifico—, quería saber si habíamos tenido noticias de Alexis.

—La que se les vendrá encima cuando los encuentren —se ríe, pero puedo percibir en su tono que intenta camuflar lo que realmente siente. Está preocupado, como todos, y yo no estoy ayudando demasiado a que las cosas mejoren.

—Debo irme, voy a entrenar un rato para distraerme. Si sabes algo...

—Serás la primera en saberlo.

Paso la tarde entera recostada en mi cama, sin comer, sin hacer absolutamente nada más que respirar y seguir viva. Viva aparentemente. Sonia me interrumpe un par de veces para preguntarme si no ensayaría hoy y había aceptado sin refutar mi negativa, pensando que mi desgano se debía a la única causa posible que ella conocía. Incluso me había traído un chocolate, suponiendo que aquello me levantaría el ánimo. Una estúpida barra de chocolate que me había devorado como la gorda que soy. Sin embargo, a estas alturas ya no tenía importancia. Cualquier cosa que ingería salía de mi cuerpo tan rápido como entraba, ya lo había asumido. Aunque mientras más pequeña la porción, más difícil era vomitar y aquello me enojaba. Así que me veo obligada a ir a la cocina por un pote de helado que me trago entero, y como por arte de magia todo sale despedido por mi boca.

Mi puerta suena por tercera vez aquella tarde, antes de abrirse con un ligero rechinar. Ya estaba harta de ese maldito ruido, otro motivo más para no salir de mi habitación.

—Liv, te busca alguien.

Nik.

Es el primer nombre que viene de inmediato a mi mente. ¿De quién más podría tratarse? Había olvidado contestar su mensaje y eso lo había hecho venir hasta aquí, pero no quería ver a nadie y menos a él. Si era verdad que los demás te ven como tú te ves a ti mismo, no quería que él me viera así. Muerta en vida.

—Estoy en pijama —pongo como excusa.

—Cámbiate y bajas —me anima.

—No insistas, Sonia, dile a Nik que entraste a mi cuarto y estaba dormida.

—No es Nik —la miro entornando los ojos—. Es un chico alto, de rulos. Bastante simpático. Vamos, necesitas distraerte —se acerca a mi cama y tira de mis sábanas, y yo las jalo de vuelta a mi cuerpo.

—¿Qué acaso no tienes un novio con quien salir?

—Aún no es oficial, pero sí. Saldremos esta noche —sonríe y vuelve a jalar mis sábanas—. Ahora párate y maquíllate un poco antes de salir que parece que no hubieras dormido en una semana.

Sabía que no iba a conseguir deshacerme de ella, así que le pido que salga para poder cambiarme. ¿Rulos? ¿Renny? No, no era posible. Él debía estar con Alexis. Bajo las escaleras y cruzo el vestíbulo antes de salir a la calla. Sonia me dedica otra sonrisa desde el otro lado del mostrador y me hace un gesto con las manos para que me precipite hacia la puerta. Me había puesto lo primero que encontré en mi armario y me había limitado a pasar un cepillo por mi cabeza para no lucir como si acabara de salir de un psiquiátrico.

DESADAPTADOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora