Capítulo IV

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Su miembro le costaba trabajo entrar hasta el fondo de mi garganta

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Su miembro le costaba trabajo entrar hasta el fondo de mi garganta. Comencé a hacer arcadas ya que tocaba mi campanilla, Mahito no se había dado cuenta de la situación ya que seguía gritando y retorciéndose del placer.

Mahito: Me voy a correr. Abre grande.

Mi boca comenzó a llenarse del líquido blanco de Mahito a tal punto que se rebalsaba por momentos cayendo a la cama. Cuando terminó me miró aún con su miembro en mi boca diciendo:

Quiero que te lo tragues

No podía evitar colocar una expresión de asco ya que jamás había tomado algo tan amargo como esto. Mahito se acostó a mi lado dándome la espalda sin decir nada. ¿Lo habría hecho bien? ¿Seguiríamos follando o acaso cuando salga el sol ya no nos volveremos a ver?

(TN): Mi amo...

Mahito: ¿Qué es lo que quieres? —dijo seco—

(TN): ...Nada..no es nada.

Me giré mirando hacia la pared triste por pensar por unos segundos que ese hombre me quería. Aunque fuera un poquito. Lloré en silencio hasta quedarme dormida. Alrededor de las 3 am comencé a sentir mucho frío y tuve que levantarme a buscar mi ropa.

Mahito: ¿Para dónde vas mocosa?

(TN): Mi amo. Tengo demasiado frío , buscaré mi ropa. No era mi intención que despertara.

Mahito: Tú ropa está empapada no seas estúpida. Iré a ver si encuentro algo para ti. Escúchame bien, no te muevas de aquí y no hables con nadie. ¿Entendido?

(TN): —confundida le respondí— Sí..mi amo

Mahito se levantó sin mirarme y desapareció por la puerta. Luego de un rato comencé a sentir pasos y una voz masculina que decía:

¿Mahito? ¿Regresaste?

Tapé mi boca con mis manos y no moví ni un solo músculo tal como me había ordenado Mahito. Pero el extraño ya me había detectado.

¿Qué es este olor? ¿Acaso trajiste una niña aquí? . Oh, sólo hay una persona y Mahito no se encuentra ¿no es así? ¿Cómo te llamas?

Su voz era muy dulce y amable pero le prometí a mi amo que no hablaría con nadie.

¡Tranquila! ¡No te haré daño! —esbozando una sonrisa grande— Mi nombre es Kenjaku, a veces vivo aquí. Unos pisos más arriba claro está. Supongo que te dijo que no hablaras con nadie ¿no es así? A veces no entiendo a Mahito, las cuida tanto al principio para después matarlas.

(TN): ¿¡QUÉ?! —dije alterada—

Oh! Ahí estás.

El hombre se acercó en la oscuridad rápidamente hasta encontrarse conmigo en el colchón. Una luz tenue que entraba por una pequeña ventana me mostraba el rostro de ese hombre. Su cabello era largo de color verde oscuro una cicatriz larga en su frente y vestía con kimonos largos del mismo color que su cabello.

Kenjaku: ¿Cómo te llamas princesa? —tomando mi mentón—

(TN): Yo ...me llamo...

Kenjaku: Tranquila. No le diré a Mahito que lo desobedeciste.

(TN): —suspiro aliviada— mi nombre es (TN)

Kenjaku: ¡Que bello nombre! —sonriendo— Estás....desnuda (TN)

Sus manos acariciaban mi piel mientras me miraba. Mis brazos y piernas trataban de tapar mi cuerpo además porque estaba temblando de frío.

Kenjaku: ¡Estás temblando de frío! ¿Por qué no vienes conmigo? Creo que tengo ropa de tu talla.

(TN): Mi amo...me dijo que traería ...

Kenjaku: ¿Mi amo? —risa— ¡Ese chico está mal de la cabeza!

Kenjaku: Si nos hubiéramos conocido antes, te hubiese enseñado la libertad como seres vivos. Nadie es dueño de nadie (TN). Mahito sólo quiere provocarte una dependencia emocional para luego dejarte. Si tienes suerte.

Kenjaku: ¡Ven! Seguramente Mahito fue a mi piso a buscar ropa. Nos encontraremos con él muy pronto.

Me levantó del colchón y ambos caminamos hacia la puerta. Ese chico era muy amable y me tocaba con mucha delicadeza. Pareciera que en verdad se preocupaba por una extraña como yo. Mahito bajando las escaleras rápido se percató que Kenjaku estaba abrazándome de lado.

Mahito: ¿Qué haces aquí? Y tú estúpida ¿Acaso no te dije que no hablaras con nadie?!

(TN): Mi amo yo no quise...

Mahito: ¡Ahora verás imbecil! Te castigaré aquí mismo

Kenjaku: Mahito por favor. No ha hecho nada. Fue mi error, yo la detecté mientras te buscaba. Ella no me ha dicho nada. ¿No es así?

La mano que estaba por detrás afirmándome comenzaba a acariciar desde mi espalda hasta mis nalgas. Su mano se deslizó hasta llegar a mi intimidad sin que Mahito se diera cuenta, eso hizo que pegara un pequeño brinco de nerviosismo.

(TN): Es verdad... —dije nerviosa—

Kenjaku: Oye Mahito. ¿Cómo es posible que tengas a esta hermosa niña congelándose de frío?

Mahito: —apretando sus dientes— ¿A qué viene tu desagradable visita Kenjaku?

Kenjaku: Nada, sólo quería saber el por qué no llegaste al bar. Todos te estaban esperando. Pero veo que tu distracción era más grande. No te juzgo, yo también hubiera caído con ella. —sonriéndome—

Mahito: Ven (TN) nos vamos a dormir.

Kenjaku: Oh ¿tan pronto? Yo aún no tengo sueño. ¿Qué tal si me la prestas? No puedo resistirme al verla desnuda. ¿Acaso es virgen?

Miré desesperada a Mahito moviendo mi cabeza de lado a lado. No quería irme con ese hombre, ¿Acaso era real que no tenían emociones? ¿Qué clase de animales son?

Mahito: ¡Haz lo que quieras!

(TN): ¿¡Qué?! Mi amo no!! No quiero irme con él. Quiero estar con usted. No me deje sola...

Kenjaku: Tranquila, nos divertiremos juntos.

Kenjaku: Te la traeré más tarde Mahito, pero si me gusta. OLVÍDATE DE ELLA. —su tono de voz había cambiado a uno más autoritario—

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