Capítulo VIII

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Desperté en la mañana totalmente sola, Mahito había salido y quizás regresaría tarde. Caminé hacia el baño  pero para mí mala suerte estaba descompuesto y muy mal cuidado.

¿Y ahora qué hago? Necesito urgente entrar a uno. —pensé— ¿Y si voy donde Kenjaku? Pero Mahito me lo prohibió...¡A la mierda! ¡No puedo aguantar más!.

Abrí la puerta de una vez encontrándome a Mahito fuera de ella. Ambos nos miramos sorprendidos.

Mahito: ¿Qué haces afuera?

(TN): Mi amo necesito un baño. El suyo está descompuesto.

Mahito: ¿Y para dónde ibas? —mirándome enojado—

(TN): Quería ver si encontraba algún otro baño en la ciudad. —mintiendo—

Mahito: ¡A MÍ NO ME VERÁS LA CARA DE IMBECIL! MOCOSA!

Tomó mi brazo y comenzó a zamarrearme con fuerza. Kenjaku bajando las escaleras dijo:

¿Tú no te cansas de maltratar a esa niña?

Mahito: ¡TÚ NO TE METAS!

(TN): ¡Mi amo por favor créame no tenía otras intenciones. ! ¡Sólo quiero ocupar un baño nada más!

Kenjaku: Me parece insólito que no le tengas las mínimas condiciones a esta pobre chica. ¡Ven (TN) !puedes usar el mío si así lo deseas. De seguro que tienes hambre ¿verdad?.

Mahito: Ésta vez iremos ambos. No la dejaría contigo ni loco de nuevo.

Kenjaku: Como quieras.

Subimos a la habitación y corrí al baño. Kenjaku se dirigió a la cocina diciendo:

¿Quieres algo de comer tú también viejo amigo?

Mahito: Nosotros ya no somos amigos.

Kenjaku: Oh vamos. ¿Te vas a poner así sólo porque quiero comerme a tu presa? ¿Desde cuándo te haz puesto tan egoísta? Desde que éramos niños siempre compartíamos todo.

Mahito: Ésta vez es diferente.

Kenjaku: ¿No me digas que tu frío corazón se a ablandado por esa chica?

Mahito: Iré a ver qué hace (TN). No tengo por qué quedarme a charlar contigo.

Yo me encontraba tomando una rica tina de baño caliente cuando Mahito entraba por la puerta. Me habló y con susto le respondí casi tartamudeando.

S...í mi amo? Ya es..toy por salir..

Mahito: No...tranquila. Quédate el tiempo que necesites.

Para ser sincera no me esperaba para nada esa respuesta. Su ira se había desvanecido y su tono de voz era mucho más suave.

Mahito: De hecho, entraré contigo a la tina.

Mahito se metió al agua conmigo quedando detrás de mi. Sus dedos acariciaban mis brazos mientras que su boca se encontraba besando mi cuello con delicadeza.

Mahito: Me vuelves loco —dijo— tu olor, tu piel, tu cuerpo. Vámonos a la cama quiero hacértelo.

(TN): Mi amo yo también deseo lo mismo.

Mahito: Ven vámonos de aquí.

Me vestí rápido y salimos en dirección a la salida. Kenjaku nos detuvo diciendo:

¿Ya se van? ¿No comerán algo?

Mahito: Ya nos vamos.

Kenjaku: Me imagino que no puedes esperar por follartela ¿no?. ¿Y Por qué no ocupan mi habitación ? Es mucho más cómoda, (TN) ya la conoce.

Mahito: —apretando los dientes— no es necesario.

Kenjaku: Mahito no seas egoísta. Tú sabes a lo que me refiero.

Mahito: Sí lo sé. Pero ya te dije que no.

Kenjaku: Si van a utilizar mis cosas. No será gratis. Tú sabías esto de antes.

(TN): Mi amo ¿de qué está hablando?

Mahito: De nada. Sólo vámonos.

Kenjaku: Hace un tiempo hicimos una promesa. El que conseguía una zorra para divertirse debía compartirla con el otro. Y más cuando utilizan parte de la habitación del otro. El agua caliente, la comida o la ropa no es gratis. ¿Sabes?

Kenjaku: Y francamente ya me está molestando escuchar como follas con (TN).

Mahito: No volveremos nunca más por acá. Eso te lo aseguro. Pero a (TN) no la tocas.

Kenjaku: ¡Que lástima! No tienes palabra, no eres un verdadero hombre. Y tu (TN), que te quede claro que si vienes a mi puerta a pedir lo más mínimo que sea. No te saldrá gratis.

90 MINUTOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora