Capítulo XXXV

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Mahito: ¿¡Por qué nadie me responde?! ¿¡ALOOO?!!!

Siguió caminando dándose cuenta de una pequeña luz que salía del baño. Abrió la puerta y vió como Kenjaku estaba de rodillas proponiéndole lo que parecía una propuesta de amor eterno.

Mahito: ¿¡Qué mierda es esto?! -dijo con fuego en los ojos-

Miré a Mahito aún impactada con la pregunta de Kenjaku.

(TN): Yo...yo no lo sé. -dije-

Kenjaku: -mirando a Mahito por encima del hombro- ¿Acaso no es evidente? Tú siempre tan inoportuno.

Mahito: ¡¿Me desaparezco unos minutos y ya están planeando algo sin mi?!

(TN): No es lo que tú piensas Mahito...

Kenjaku: Cállate ya Mahito. Si no fuera porque (TN) te ama, hace mucho tiempo que te hubiera matado.

Mahito: -botando las toallas higiénicas al suelo- ¡Atrévete a intentarlo!

Kenjaku se levantó en un movimiento rápido y tomó por la ropa a Mahito levantándolo.

Kenjaku: No me provoques...-dijo apretando los dientes-

Kenjaku: Eres una maldita piedra en el zapato...

Mahito: Él que sobra aquí eres tú. Siempre intentas arrebatármela.

Kenjaku: No la mereces. En cambio yo, la hago feliz dentro y fuera de la cama.

Mahito tuvo un arranque de celos y se abalanzó contra Kenjaku estirando su brazo con la mano empuñada apuntando al rostro de Kenjaku. Kenjaku lo detuvo empujándolo hacia la pared, se acercaba de forma amenazante hacia él con una mirada que jamás había visto antes.

(TN): Por favor..Chicos, no estén discutiendo.

Kenjaku: Tienes razón. No vale la pena.

Mahito se retiró del baño y caminó hasta el dormitorio apoyándose en la ventana que estaba frente a la cama.

Mahito pensó:

Maldición. Estoy harto de Kenjaku. No puede quitármela. Sería capaz de incendiar todo a mi paso si eso pasara. Le arrancaría el maldito corazón del pecho si, intentara tan solo...llevarla lejos de aquí. Necesito irme con (TN), ya no puedo soportar más esto. No quiero compartirla con nadie. Su cuerpo es mío. Su alma también. ¿¡Desde cuando soporto esto?! ¿¡Por qué me he vuelto tan estúpido?!
No quiero que siga tocando su piel, no quiero que la mire con ojos de amor. No quiero que la siga besando.
Kenjaku ,
Tus malditos días están...
Contados.
Morirás.

Mis pensamientos se vieron interrumpidos al ver a (TN) frente a mí. No podía evitar sentir un estremecimiento cada vez que la veía. Mi mirada se endulzaba, mis defensas bajaban y me sentía vulnerable frente a esa mujer. Mi mujer.

(TN): Uhm. Mahito. Quería darte las gracias por traer lo que necesitaba. Yo en verdad..

Mahito se acercó a mí de pronto y me abrazó. Rodeo sus brazos sobre mi cintura presionando su cuerpo contra el mío y su respiración estaba en mi cuello.

Mahito: -susurrando- No tienes que darme las gracias. Soy capaz de cualquier cosa por ti.

Me sorprendió mucho su respuesta pero, eso no evitó que lo abrazara con la misma intensidad y esbozando una sonrisa cálida.

Mahito: Quiero irme de este lugar...

(TN): ¿¡Qué?! No..no puedes irte ...¿¡qué haría yo si te vas otra vez?!

Mahito: Quiero irme contigo...quiero que nos vayamos juntos a vivir. Muy lejos de aquí.

Me alivió un poco que, no quisiera irse como esa vez. Su tono de voz era muy diferente. Parecía preocupado.

Mahito: Por favor..quédate conmigo. -suspiro-

(TN): Siempre estaré contigo Mahito...

Mahito: No entiendes.

Mahito: Quédate conmigo por la eternidad.

Mahito: Si aceptas mantener a Kenjaku en tu vida. Yo, lo mataré.

Mis ojos se abrieron de par en par emitiendo un grito ahogado. Mire a Mahito colocando mis manos sobre sus mejillas diciéndole:

¿¡No estás hablando en serio no es así?!

Mahito: -acariciando mi cabello, su mirada era dulce- Nunca he hablado más en serio en mi vida.

90 MINUTOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora