Capítulo XII

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Kenjaku: Me voy a correr

Entre besos traté de decirle que podía quedar embarazada pero no me hizo caso. Sentí como su semen caliente llenaba mi intimidad. Kenjaku cayó rendido sobre mi pecho por unos minutos.

Kenjaku: ¿Qué fue lo que intentaste decirme (TN)?

(TN): Oh no. Estoy en graves problemas. —tapándome la boca—

Kenjaku: ¿qué pasa?

(TN): Si quedo embarazada estaré en problemas con Mahito. ¡Me va a matar!

Kenjaku: Tranquilízate (TN). Tanto yo como Mahito somos considerados maldiciones. Es imposible que quedes.

(TN): ¿Es en serio? ¿Y por qué Mahito jamás dijo nada cuando hablamos de las pastillas? Incluso dijo que las traería.

Kenjaku: Puede que lo haya dicho sólo para tranquilizarte. O puede que se haya olvidado que era una. Lleva más tiempo que yo en la tierra y ha sabido mezclarse muy bien con los humanos. Ya se cree uno.

Kenjaku: Ven a mi habitación. Tienes que bañarte, si se entera que tienes mi olor o incluso peor, mis fluidos. Tendrás problemas.

Tomó mi mano y mientras vigilábamos los pasillos corrimos por las escaleras hasta llegar hasta su piso. Me metí a la ducha rápidamente y luego de unos segundos Kenjaku llegó a hacerme compañía. Cerró la puerta detrás de él completamente desnudo, su cabello largo de color verde oscuro caía sobre su rostro. Me arrinconó en una de las esquinas tomando con su mano mi rostro.

(TN): Kenjaku...no debería...estar aquí...

Kenjaku: Claro que sí. Recuerda que si ocupas algo de mi hogar no saldrá gratis.

Comenzamos a besarnos bajo el agua caliente que salía de la ducha, yo aún no me acostumbraba a estar con alguien diferente a Mahito. Kenjaku mordió mi labio inferior y girándome contra la pared comenzó a follarme salvajemente.

Kenjaku: ¡Eres una puta! —dijo riéndose—

(TN): yo...no lo soy..—dije avergonzada—.

Kenjaku: ¡Follas con los dos! ¿Acaso eso no es serlo? —gemidos—

(TN): ya basta —dije despacio—

Kenjaku: Yo diré cuando sea suficiente. ¡Me gustan las zorras como tú! ¡Ahora sabrás lo que es ser un verdadero hombre!

Comenzó a embestirme más rápido y mis gritos de placer se fueron mezclando con los suyos. Estuvimos haciéndolo por mucho rato en la ducha hasta que el timbre de la puerta comenzó a sonar.

Kenjaku: ¡Y ahora qué?!

No salió de la ducha hasta terminar dentro de mí y salió del baño con una toalla envuelta. Me bañé lo más rápido que pude y me puse mi ropa nuevamente. Me mantuve detrás de la puerta sin salir del baño asustada pensando que podía ser Mahito. Kenjaku regresó a buscarme con una sonrisa en su rostro.

Kenjaku: Pequeña sal de ahí.

(TN): Dígame que no era mahito. —dije temblando—

Kenjaku: No. No lo era.

(TN): Debo irme. —caminando por el pasillo—

Kenjaku: ¿No te quedarás conmigo?

(TN): Mahito puede regresar.

Kenjaku: Mahito esto Mahito lo otro. Cuando sepa que te estás acostando con su mejor amigo te dejará. Tarde o temprano lo va a saber.

Me arrodille frente a él pidiéndole ayuda para que no supiera lo que había pasado entre nosotros. Él comenzó a acariciar mi rostro y el dedo pulgar de su mano derecha acariciaba mis labios.

Kenjaku: Seamos amantes (TN). Acéptame como tu segundo hombre y te prometo que jamás lo sabrá.

(TN): ...está bien. Sólo lo hago para proteger mi relación con Mahito.

Kenjaku: Si lo quieres ver de esa manera está bien por mi.

Lo observé mientras que su dedo pulgar aún seguía acariciando mis labios, los separé un poquito más y este entró en mi boca. Mi lengua humedeció y yo comencé a succionarlo. Kenjaku cerró los ojos por unos segundos emitiendo un quejido.

Kenjaku: Si quieres irte hazlo ya. Si no, no respondo por lo que te haré.

Me levanté y corrí hasta la puerta. Lo vi por última vez y desaparecí de ahí. Kenjaku se vistió tranquilamente esperando que cuando cayera la noche pudiera tenerme en sus brazos otra vez.

90 MINUTOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora