Capítulo VII

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Mahito: Tengo que acabar dentro de ti —gemidos—

(TN): Mi amo no lo haga —jadeando— puedo quedar embarazada

Mahito: Joder no puedo pensar con la cabeza caliente

Nos detuvimos por un instante. Mahito se levantó del colchón tomándome el brazo, me jaló empujándome hacia la puerta. Su miembro regresó a mi intimidad para seguir con la follada. El sexo con él era cada vez más intenso, Mahito posó una mano en mi cuello apretándolo mientras que sus gemidos podía escucharlos en mi oído una y otra vez.

Mahito: No sé qué fue lo que me hiciste, pero estoy muy seguro que no quiero follar con nadie más que no seas tú.

(TN): —gemidos— Mi amo yo..yo sería capaz de cualquier cosa por usted. Lo amo.

Mahito se detuvo unos segundos y me giró para poder mirarme a los ojos. En silencio me observó sin expresión alguna.

(TN): Discúlpeme si dije algo que...

Sus labios tocaron los míos por primera vez. Nuestras lenguas se entrelazaban siguiendo lo que sentíamos el uno por el otro. Ya no estábamos follando sólo nos besábamos en silencio. Sus manos tomaban mis mejillas mientras me besaba y cuando creí que no diría nada por mis palabras intentó demostrar lo que sentía en una frase:

"Mataría a quién sea sólo por tenerte conmigo siempre"

Mahito: Ponte de rodillas (TN). Por esta noche terminaré en tu linda boca. Pero cuando el sol salga conseguiré unas pastillas para que te comiences a cuidar.

(TN): Pero mi amo no tengo dinero.

Mahito: ¿Acaso no me escuchaste? Déjamelo a mí.

Arrodillándome como él lo pidió empecé a introducir su miembro en mi boca lentamente. Lo chupaba como si fuera un helado y a Mahito le encantaba. Sus manos tocaban mi cabello empujando mi cabeza hacia adelante cada vez que se excitaba de más. Quería follar mi boca hasta el fondo de mi garganta.

Mahito: Fuck fuck! No quiero correrme tan rápido.

(TN): Mi amo no puedo respirar

Mahito: Así es como me gusta y como lo debes de hacer. Tu trabajo es darme placer y jamás negarme tu cuerpo.

Comenzaba a sentir mi boca caliente y llena de su leche. Su expresión en su rostro demostraba que era su favorita y que a pesar de que aún no me amaba, sí se había adueñado de mi cuerpo.

Mahito: Aún no te pongas de pie. Quiero que me escuches (TN). Aléjate de Kenjaku, no quiero que sigas hablando con él.

(TN): Está bien amo. No lo haré pero, ¿podría saber el por qué?

Mahito: Por muchos años creí que era mi amigo, mi hermano. Pero hoy demostró que no podía confiar en él. Lo vi besándote, te desea como lo hago yo. ¡Por primera vez sentí celos!. Ni siquiera debería estar diciéndote esto, me hace ver débil.

Sus puños se cerraron y sus uñas estaban hiriendo las palmas de sus manos. Tomé ambas besándolas y le dije:

Yo sería incapaz de traicionarlo mi amo.

Mahito: Me iré a dormir. Estoy cansado.

Caminó hacia el colchón y se quedó dormido. Me quedé de rodillas observándolo que no había ni siquiera intentado mirarme después de todas esas palabras que nos dijimos. Pareciera que por momentos íbamos bien y en otros momentos todo había terminado. Me volveré loca si sigo así.

Me puse de pie y decidí salir un momento de la habitación, me quedé afuera de la puerta apoyada en ella mientras que no paraba de llorar. Mahito abrió sus ojos y mirando hacia el techo pensó:

Tengo mucho miedo. Yo también te amo (TN). Pero jamás lo sabrás.

90 MINUTOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora