Capítulo XXX

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Sukuna recorrió toda la habitación hasta llegar a la cama. Hizo una mueca de desagrado y me miró fijamente. Kenjaku y Mahito se colocaron delante de mí como señal de defensa.

Kenjaku: Ve al maldito grano Sukuna.

Sukuna: Tranquilo, tranquilo. -moviendo las manos en señal de calma-

Siguió caminando hasta llegar al sofá y se sentó con un suspiro pesado. Apoyo su tobillo en la rodilla mientras movía el dedo índice.

Sukuna: Invítame algo para tomar. ¿No crees? -sonrisa grande-

Kenjaku: En esta casa no hay nada para ti.

Sukuna: Oh vamos. Claro que lo hay. ¡Anda! Vé a traerme algo. O mejor aún. Que (TN) me traiga una cerveza.

Mahito: No lo hará. -dijo apretando sus dientes-

Sukuna: Claro que lo hará. Ahora somos socios. Y no querrán llevarse mal conmigo.

Por alguna razón, Kenjaku y Mahito se mantenían contenidos en su lugar. La presencia imponente de Sukuna en cierta manera los intimidaba y los obligaba a hacer lo que él decía.

Sukuna: Vé cariño. Sé una buena chica y tráeme una cerveza bien fría.

Mire a los chicos pero ninguno hizo un gesto de querer seguir negándose así que camine rápido hacia la cocina mientras Sukuna seguía hablando con ellos. Abrí la nevera y saqué la botella de vidrio. Regrese al cuarto donde estaban todos reunidos y me acerqué a Sukuna con miedo.

Sukuna: -me observó detenidamente mientras daba cada paso en dirección hacia él. Estiró la mano tomó la cerveza con firmeza.- Gracias corazón...

Asentí con la cabeza sin mirarlo y me di media vuelta para regresar con los chicos. Pero, Sukuna no quería que ese gesto terminara así. Tomó mi muñeca con firmeza y me jaló hacia él cayendo sobre sus piernas.

(TN): -emití un grito ahogado- Oh~

Sukuna mientras tomaba cerveza con la mano izquierda con la otra rodeaba mis caderas con firmeza. Su risa estruendosa y su mirada lujuriosa hacían que todo mi cuerpo temblara.

Mahito apretó los puños acercándose a Sukuna con rabia y celos. Kenjaku lo detuvo con la palma de su mano sobre su pecho.

Sukuna tomaba un sorbo de su cerveza sin despegarme la mirada de encima. Cuando la botella quedó vacía se abalanzó sobre mí para besar mi cuerpo, incliné mi cabeza hacia atrás para mirar a Kenjaku y Mahito con desesperación pidiéndoles ayuda. Mahito mordió tan fuerte su labio inferior que sacó sangre. Decido, se acercó junto con Kenjaku para enfrentarse a Sukuna pero este. Intuyendo lo que pensaban hacer, lanzó la botella de vidrio al suelo rompiéndola en mil pedazos. Un movimiento en seco y las palabras de sukuna llenaron la habitación.

Sukuna: No se atrevan a ponerme sus manos asquerosas encima.

Dijo mientras seguía besando mi cuerpo quitándome la camiseta que llevaba puesta. Su respiración era más pesada esta vez y sus manos estaban por todos lados.

Sukuna: Relájate cariño. -dijo mientras su lengua se arrastraba por mi pezon colocándolo duro-

Un gemido ahogado salía de mis labios. Mi cuerpo reaccionaba por sí solo a su tacto.

Kenjaku: -apretando los dientes- Este negocio deberíamos hablarlo con los demás integrantes ¿no crees?

Sukuna: -suspiro- Correcto.

Dijo mientras se reincorporaba en el sofá dejándome semi desnuda y temblando. Mientras Sukuna siguió hablando decidí rodar por el sofá hasta que caí al suelo con desesperación. Me arrastré por el suelo frío de la habitación y Mahito corrió hacia mí para levantarme.

Sukuna: -mirando de forma despectiva la actitud de Mahito- Su actitud me da asco. Parecen humanos con esas actitudes..¿acaso no es una simple mujer? -apuntándome-. Follenla y luego la desechan como siempre lo han hecho. Ya no los reconozco...

Kenjaku: Ese no es problema tuyo.

Mahito me abrazó de lado mientras me llevaba a otra habitación. Sukuna me observó hasta que desaparecí de su vista.

Sukuna: Es verdad, no es problema mío. -sonrisa de oreja a oreja-

90 MINUTOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora