Capitulo XLII

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No me di cuenta en qué instante quedé inconsciente en la cama. Desperté sólo por un estruendo en la sala principal.

Joder, ¿qué pasa ahí afuera? -dije refregándome los ojos-

Toji estaba dormido aún y cuando pude recordar que habíamos estado haciendo, me tapé con las sábanas tímidamente. Sukuna abrió la puerta de golpe gritando:

¡DESPIERTA BASTARDO! ¡ESTO ES URGENTE!

Toji: -frunciendo el ceño mientras abría los ojos- ¿¡Y ahora qué mierda pasa?!

Sukuna: ¡Vístete! -me observo por unos segundos- ¡tú también!

De fondo escuché las voces de Mahito y Kenjaku rompiendo todo a su paso. Me sentí feliz pero a la vez asustada por no saber qué decir al respecto.

¡¿Mahito y Kenjaku están aquí?! -dije con una sonrisa en mi rostro-

Toji: -chasquido de dientes- Pfff ¿ahora se preocupan por ti?

Toji se acercó a mí mientras tocaba mi pierna por debajo de las sábanas.

Toji: ¿Qué tal si vamos por otra ronda?

Sukuna: ¡Deja esa mierda para después! Y ven a ayudarme

Toji: -mirándolo molesto- Tsss está bien.

Besó mi boca con brusquedad y dijo entre dientes:

Vendré por ti.

Se vistió rápidamente y cerraron la puerta de la habitación con llave. Bajé de la cama y busqué mi ropa. Cuando terminé de vestirme me acerqué a la puerta tratando de escuchar algo. Habían apagado la música y podía notar por su voz que Mahito estaba muy alterado y el tono de Kenjaku era más quebradizo, como si estuviera a punto de llorar.

Mientras tanto al otro lado de la habitación...

Sukuna: Oye. Tendrás que pagar todo eso. -dijo mientras se servía una copa de coñac-

Toji se había apoyado en la pared afuera de la habitación donde me encontraba, de brazos cruzados.

Mahito: ¡No te pagaré ni mierda! ¿Dónde está (TN)?!

Kenjaku: Sukuna, te juro que si le hiciste algo. Te mataré.

Sukuna: Tranquilícense. ¿Acaso no recuerdan que tenemos un negocio que nos une?

Kenjaku: No hemos dicho que sí.

Sukuna: No veo que tengan más opciones. -dándole un sorbo a su copa-

Mahito: ¡MALDICIÓN SUKUNA! ¡DINOS DONDE ESTÁ!

Sukuna: Ella está bien. Ha gozado más que todos nosotros en esta fiesta ¿No es así Toji? -mirándolo con una sonrisa de complicidad-

Toji se sonrió bajando la mirada y su pantalón lo delató. Se le podía ver una pequeña erección.

Mahito se acercó hacia él amenazante pero Sukuna lo detuvo:

Siéntate Mahito. Siéntense ambos. -miro a Kenjaku- (TN) no es de su propiedad. -prosiguió- además, ustedes la dejaron salir sola. Deberían estar agradecidos de que no la hayan matado o secuestrado. Hay muchos locos ahí afuera.

Mahito se sentó al lado de Kenjaku apretando sus puños mientras ambos escuchaban.

Kenjaku: Sukuna, sólo queremos a (TN) de vuelta. No habrán problemas si salimos de aquí con ella.

Sukuna: Eso no depende de ti. (TN) podría ser una buena opción para el negocio.

Kenjaku: ¿Qué?! No metas a (TN) en esto...

Mahito: Hijo de ...

Sukuna: Piénsenlo. Ella podría ser una buena atracción para atraer clientes al negocio. O llevar mercancía quizás. O trabajar para mi gusto personal.

Mahito: No te atrevas a hablar así de ella..

Kenjaku: Eso no es parte del trato...

Toji: -interrumpiendo- creo que no deberías...

Sukuna: -mirando a Toji sorprendido- ¡Vaya! Qué sorpresa Toji. ¿Acaso estás celoso?

Toji: no ...es eso lo que quise decir..

Sukuna: ¿Acaso quieres quedarte con (TN)?

Toji: -silencio-

Sukuna: Dime...quiero escucharte

Toji: Tú sabes cómo soy yo. -relamiendo su labio- pero..quizás es hora de que me quede con una sola mujer. Además quiero un progenitor que siga mis pasos..

Mahito y Kenjaku: ¿¡QUÉ?!

Sukuna: Ya lo escucharon. -sonrisa sarcástica- Quiere quedarse con su princesa. Pero creo que lo de tener progenitores es muy pronto...-dándole una mirada fulminante- No te adelantes sin que yo te de permiso.

Toji le regresó la mirada fulminante y respondió:

¿Y a ti en qué te afecta?

Sukuna: -dándole otro sorbo a su copa- No quiero tener una secretaria embarazada. Además sería incómodo hacerlo con una barriga inmensa...

Toji: ¿Qué?

Sukuna: ¡Es una broma! ¡Por favor! ¿Acaso nadie tiene sentido del humor?!

Toji acercó su mano derecha hacia atrás entre su espalda y el pantalón donde tenía escondida un arma.

Sukuna: -adivinando qué era lo que pensaba hacer- Oye. Tranquilízate Fushiguro. No comiences algo que no podrás terminar.

90 MINUTOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora