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Mayte Pov

¡Pedro! - voy corriendo a la casa que está detrás de la casona buscando a Pedro. Son las 08:00 am y ya es tarde para levantarme, la resaca de anoche no me dejaba. En realidad lo que me tiene peor son las palabras de Fernanda que me retumban en la cabeza, las imágenes difusas de ella con Nicole - ¡¡¡Pedritoo!!! 

- ¿Qué pasa señorita? ¿Qué tiene? ¿Le pasó algo? - me pregunta exaltado porque no sé de donde saqué tanta energía.

- Necesito dos cosas y una de ellas tiene que quedar entre nosotros. 

- ¿Dígame, pa' que soy bueno? - se sienta en los escalones que están afuera de la puerta de su casa. Me siento junto a él - Usted no es como todas las patronas ¿sabe? Usted parece una más, no anda nada de grandezas - me da un palmazo en el hombro. 

- ¡Pero si ustedes saben más que yo! - ríe junto a mí - ¿Sabe que? Necesitó saber que fue de Hector - le preguntó.

- Ese fulano se fue oiga, si nadie le presto ni ropa aquí. 

- Si pero, ¿Tú sabes si se fue del pueblo? ¿O si anda por acá todavía? - le insisto.

- No sé nada, si quiere le voy a preguntar a los fulanos del pueblo que eran amigos de Hector.

- okay ¡Te lo agradezco mucho Pedrito! Necesito saber si sigue por acá, que los muchachos del campo anden bien ojo para saber si viene a molestar a Fernanda por favor. 

- No hija, si mucho tiempo que no la viene a molestar. Además Fernanda anda pa' arriba y pa' abajo con su amiga. 

-Si,-  me viene la angustia nuevamente pero sé lo que tengo que hacer para poder terminar con esto.  - ¡Ya Pedrito! Lo otro que necesito es que me consigas un administrador en el pueblo. 

- ¿Ustes se quiere ir de nuevo oiga?

- Algo así, aunque me gustaría dejar el campo en buenas manos. Yo estoy haciendo todo mal - me lamento con Pedro. 

- ¡No oiga! ¡Ustes es una lucecita! ¡Aquí trae mucha alegría!, no me vaya a decir que quiere vender el terreno.

- Gracias Pedro, pero no voy a vender y eventualmente voy a estar viniendo pero necesito saber que todo anda bien y que hay alguien que lo hace funcionar junto a Fernanda y con toda la gente que trabaja. 

- Nosotros con la María pensamos que se venía a quedar - me dice con su voz cabizbaja.

- No Pedrito, el campo no es para mí - sonrío - yo quise pero estar aquí no me hace muy bien. 

- No es para todos el campo. ¡Yo le ayudo con eso! ¡Ahora mismo salgo pal pueblo! - me tranquiliza.

- ¡Gracias Pedro! Te dejo trabajar tranquilo entonces - me levantó y caminó hacia la cocina a prepararme algo para comer. Entró y la veo tomando desayuno sola. 

- Buenos días Fernanda - le digo y sigo mi camino. 

- ¡Buenos serán para usted! - me dice tan simpática como siempre. No le hago caso a su pesadez y me preparo un café. 

Entra Pedro.

- ¡Oiga señorita! No le pregunté si quiere que el administrador sea hombre o mujer - me pregunta agitado.

- Mujer de preferencia, por favor - le hablo sin dejar de preparar mi café.

- ¡Ya mi señorita! ¡Que tenga lindo día! ¡Y usted también Fernandita! - se va.

- ¡Tú también Pedrito! - le digo cuando sale del lugar y escucho que Fernanda se levanta de donde está, pasea por el lugar buscando alguna cosa que yo no sé qué será. Me siento con mi café y saco un trozo de pastel que hay en la mesa. Fernanda sigue yendo de un lado a otro en la cocina. Casi no la miro porque cuando lo hago me pierdo. Ya con tener que saber que está rondando por aquí me pone nerviosa. Se sienta para terminar su desayuno pero se levanta enseguida, imagino que algo la tiene inquieta. Con las cosas en las manos se para frente a mí manteniendo su distancia. 

- ¿Se va de nuevo oiga? - me pregunta.

- Si Fernanda, me voy. Pero quiero dejar todo en orden. Quiero hacer las cosas bien esta vez - le doy una escueta explicación.

- ¡Siempre se va por la chingada!- tira el plato y la taza en el lavaplatos. 

- ¿Qué te molestó ahora? Si me quedo te enojas, si me voy también.

- ¡Es que esta es su responsabilidad! ¡Este campo es suyo, es de usted! Las cosas que son de uno no se dejan botadas! ¡Y usted vive dejando botado todo lo suyo! - se saca el sombrero y lo golpea en la mesa, cierra los ojos, respira y lo vuelve a poner en su cabeza. Hace una pausa.

- Mire, uno no sale de nada huyendo cuando las cosas se ponen difíciles en el campo, ¡Uno sigue! ¡Uno se queda y lucha por lo que quiere!

- Y por lo mismo estoy buscando a alguien que se haga cargo de lo administrativo Fernanda. Tampoco es que voy a dejar botado el campo, además estás tú - hago una pausa - No te entiendo Fernanda, pensé que no me querías ver.

- ¡Si no me tiene que entender a mí! ¡Uste vive dejando lo suyo en manos de otras personas! - la miro porque no logro entender lo que dice. No sé por qué le importa tanto lo que yo haga si ella está de lo más feliz con su novia ella me lo dijo.

- ¡Eres la única que reclama! ¡Ya no sé que quieres de mí! ¡Estoy cansada Fernanda! - me tomó lo que queda del café y dejo el pastel en la mesa, me levanto a dejar las cosas en el lavamanos.

- ¿De qué? - me pregunta sentada en la mesa. 

- ¡¿De qué?! ¡Y me preguntas todavía! - le respondo de espaldas a ella.  

- ¡Si! ¿De qué está tan cansada a ver?

- Da lo mismo Fernanda, en serio da lo mismo. La decisión está tomada. Yo me voy pero no te preocupes que voy a dejar todo listo para que no tengan problemas. La administradora tendrá un contacto directo conmigo. 

- ¡No lleva ni un año seguido en el campo y esta cansada! - saca su sombrero y lo deja entre sus piernas abiertas, pone un pie en cada silla y no sabe que lo que me cansa es amarla tanto. 

- Igual no lo entenderías Fer - le digo para terminar la conversación. Me apoyo en el lavaplatos para quedar frente a ella. Me repito que está bien esta conversación, ella es la capataz y yo la dueña. No estamos hablando de nada que no sea de trabajo. 

- ¡No pues! ¡¿Si yo soy una campesina bruta vea?! Claro que no puedo entender nada de lo que a usted le pasa. ¡Por lo mismo era tan re difícil que usted me quisiera de verdad!

La miro y mis ojos vuelven a mojarse. ¡Es que no entiende nada! ¡Realmente nunca supo! ¡Me da tanta rabia conmigo! ¡No poder demostrar nada!

- ¡No es eso Fernanda ¡No es que esté cansada de algo administrativo!

- ¡¿Y de que esta cansada entonces?! ¡Dígame! ¡Tengo que saberlo! - vuelve al suelo de un salto y se acerca a mí dejando su sombrero donde siempre está. 

- ¡Ay Fernanda! ¡¿Por qué me haces esto?! - respiró y tengo rabia porque estoy cansada de verla con esa mujer pero no de ella. Pero si le digo eso vamos a volver a discutir.

- Estoy cansada de no poder hacer mi vida, de no sentirme bien ¡Eso! - Fernanda está muy cerca de mí, a unos cuantos pasos. Su pecho se ve agitado, miro sus labios y pienso que no me costaría nada dar tres pasos y besarla. 

- ¡¿Qué mira?! - me pregunta más agitada aún, su cuerpo tiene un pequeño vaivén. 

- ¡Tu boca, eso miro! ¡Esa boca hermosa que tienes y que tantas veces! … - paro porque no me lleva a nada - ¡Ya! Yo mejor me voy - intento caminar hacia la puerta.

- ¿Cuántas veces qué oiga? - bloquea mi paso sin tocarme, su voz es suave.

- ¡Que tantas veces besé! ¡Tantas veces te reíste conmigo y recuerdo en como me volvía loca de solo verte hablar! Tus muecas al hablar Fernanda,  me matas - ella se sonroja y baja la mirada - ¡Eres perfecta mi Fer! - vuelve a mirarme, da un paso hacia mí. 

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Sabor A TiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora