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Mayte Pov

Han pasado casi tres meses desde que me fui del campo y aún sigo sin entender porqué nos separamos. Estoy viviendo con mi papá porque su esposa me quería cuidar. Me abraza todas las noches cuando lloro, cuando recuerdo los pocos momentos que tuvimos. Mi recuperación es lenta y producto del golpe en la cabeza he tenido dos ataques que me han dejado inconsciente. Me hacen chequeos constantes y tengo terapia tres veces por semana, ya puedo caminar con bastón. No sé nada de ella y sigo sin olvidar ni uno solo de sus detalles. Más aún sabiendo que ella debe seguir amándome como antes.

El accidente fue un golpe duro, fue mi cabeza volviendo a estar sin ella lo que me hizo desmayarme, casi no recuerdo, solo tengo momentos de estar en el suelo con dolor, pensando que me iba a morir y no la vería más. Me obligue a esperarla.

Esa noche desperté un par de veces pero no me podía mover, escuchaba todo, mi oído estaba completamente agudo y habían tantas amenazas, tantos miedos. A ratos pensaba porque, porque tenía que acabarse así mi vida, tirada en medio de la nada, sola y llena de dolor. Ahí venía Fernanda a mi mente, solo fotogramas de ella. La primera vez que la vi, era un bucle infinito de ella, mi protagonista, mi heroína, mi mujer, mi todo.

Tuve tanto tiempo y dolor para pensar, supe que ese amor, esa locura que sentimos me había llevado hasta ese momento y también supe que lo volvería a repetir. Sabía que era el final, que mi vida se había terminado pero no podía irme sin verla por última vez. Entonces espere, como siempre la espere y como sigo esperando a que ella venga a mí.

Las mañanas son vacías, pero sé que ella también me piensa y me añora tanto como yo a ella.

Mi papá sabe que sufro por ella y cada tantos días intenta saber como estoy. Me da algunas palabras de consuelo y me abraza. La verdad es que hay una esperanza pero es solo la ilusión para continuar, yo sé que no podemos estar juntas. No le puedo pedir que se venga y deje todo, como tampoco el campo es un lugar para que vivamos libres de los prejuicios de la gente.

Todos los días tengo una rutina marcada que la esposa de mi papá me preparó. Pero antes, al momento de abrir los ojos vuelve todo ese amor, esa necesidad de escucharla. Mi madrastra me levanta cuando me siente sollozar. Me levantó, estiró mi cuerpo y ahí comienza todo.

Los días pasan y mi vida parece congelada, no avanza. Mis días son muertos, estoy débil, casi no puedo moverme, no obstante mi cuerpo vive cuando la recuerdo, quiero saber de ella.

Tengo impulsos de abrir nuestras conversaciones, ver nuestras fotos y escuchar tantas canciones que me cantaba mientras caminaba desnuda por la casa o usando mi camiseta favorita. Lo hago y pienso "¿Qué será de mi amor?"

Fernanda Pov

Un día más en que abro los ojos y ella no está, da vueltas en mi cabeza como una persona pudo hacerme sentir tan feliz y su ausencia tan incompleta, incómoda en mi cuerpo, en mi espacio.
Camino por el campo y la tierra está vacía igual que yo. Ya no tengo nada que me ancle al suelo, mis raíces están en sus ojos. Mi hogar son sus brazos, no tengo nada más en la vida que no sea ella y aun así no corro a buscarla.
Ya no soy una mujer impulsiva, me da miedo acercarme y que no resulte, prefiero vivir de recuerdos. Prefiero pensar que algún día la volveré a ver y todo se va a transformar para que podamos estar juntas.

Me preguntó si ya conoció a otra mujer. Los meses han pasado y sigo contando los días desde que no está; 154 días sin verla, el dolor no pasa, no descansa, no me abandona. Parece que entre más tiempo pasa, más la extraño, ¡La necesito tanto! A veces estoy trabajando y me vienen las lágrimas sin razón alguna, sin tener un motivo o un pensamiento, creo que es tanta pena acumulada que solo sale, necesita escapar de mí para que mi cuerpo resista. No he vuelto a mi casa, no me siento capaz.

Sabor A TiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora