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Fernanda Pov

Cinco meses atrás 

Estoy en nuestro lugar secreto una vez más. Hace cuatro días se fue. Miró mi teléfono y no tengo mensajes de ella. Revisó las pocas palabras que nos dijimos y vuelvo a llorar. Fue tan corto todo y en un mes mi vida cambió para siempre. Hay una foto de ella aquí donde hablamos y la miro con lágrimas en los ojos. 

No me puedo resignar a qué todo terminó de esa manera, no puedo entender como una persona puede mentir tanto. Ni como yo pude creer todo lo que dijo.

Cierro los ojos para sentir su piel en mis manos, sus besos, su voz. Esa mirada, la mirada de mi señorita. 

Siento que mi cuerpo se desgarra por dentro, que no hay parte de mí que no la extrañe. No hay consuelo, así que me quedo ahí en ese lugar, esperando algo, no sé que, esperando a que ella me hable, alguna señal de que lo que vivimos no fue una mentira. Esperó algo que me diga la verdad y tanto pensar comienzo a delirar. La veo reír sobre mí, apoyada en mi pecho, mordiendo mi piel. 

No he comido nada y vuelvo al campo. Voy a ver a mi madre y me echo en sus piernas junto al brasero. 

- ¿Qué pasa mi Fernanda? Mi niña más linda, ¿Qué le duele oiga? Me pregunta.

- Nada mamita- respondo.

- Eso parece mal de amor - me dice mientras acaricia mi pelo.

- No mami, ¡No invente oiga! - respondo.

- No sabre yo cuando una mujer llora por un hombre - repite 

- ¿Mami? 

- ¿Diga mija?

- ¿Qué opina usted...? - me acomodó para mirar su cara - de los hombres que le gustan los hombres y las mujeres que le gustan las mujeres? - dejo la pregunta ahí.

- ¿Quién es gay aquí? 

- Nadie mamita solo le preguntó.

- No sé mijita pero eso no es nada  natural oiga, ¿Acaso a visto usted dos gallos enamorados o dos gallinas enamoradas? ¿Dos vacas o dos yeguas? No pues yo no sé nada de esas cosas, pero, ¿Cómo a una mujer le va a gustar otra? - me dice - si son tan ricos los hombres pues - ríe - ¿O no?

- Si mamita, son ricos - río también pensando en que ella tenía razón.

Pasa la tarde y me voy a mi casa con Hector. Llega tarde y me pilla durmiendo en un sillón, no me quiero ir a la cama con él, no quiero que me toque estas noches. Quiero guardar lo que más pueda el recuerdo de mi amor en mi piel. 

Me voy tarde a la cama todas las noches, durante diez días, diez días en qué no he estado con el mijo y todas las noches miro su foto y pienso que está durmiendo con otra persona tan lejos de mí y así será para siempre. Me preguntó si me recuerda, si piensa en mí cómo yo la pienso a ella, todito el día, hasta en las cosas que nunca hicimos juntas, porque siempre quise hacerlas con ella. 

Así pasa un mes, llegó a la casa y el mijo me está esperando bien arreglado y con una comida.

- Hola mija- me besa.

- ¿Qué es esto?

-Una sorpresa para usted mi negrita, es que andamos tan distanciados. Quiero juntarnos de nuevo.

Me toma por la cintura y saca mi ropa. Me dejo pero está vez cierro los ojos y la recuerdo en mi cuerpo, sus besos, como recorría todo mi cuerpo con su boca y le digo a Hector que lo haga. Me mira raro.

- ¿No le gusta como se lo hago? 

- ¡No es eso Negro!

- Ya bueno oiga no se me ponga enojada lo voy a hacer.

Sabor A TiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora