2

130 15 9
                                    

Mayte Pov

Me despierto abruptamente. Siento golpes, golpes que no cesan. Abro los ojos y no reconozco el lugar. Es de noche aún, me levantó somnolienta y me dirijo a la puerta de donde vienen los golpes. Abro y no logró distinguir bien.

- Oiga si quiere trabajar el campo tiene que levantarse temprano - es ella, es Fernanda. Entra sin preguntar y sin pedir permiso. La brusquedad de sus palabras me hace abrir los ojos para verla ahí, parada frente a mí.

- No es forma de despertar a la gente - le digo. Con las manos en mis ojos cansados.

- Es que yo no tengo que despertarla, usted es la patrona y tiene que despertar antes que todos. Se voltea para mirarme y sus ojos me recorren. Me miró y estoy en short super corto y con mi top deportivo, que agradezca que estoy vestida.

- Espérame que me voy a duchar - le habló mientras cierro la puerta. -Pasa.

- Yo no tengo tiempo de esperarla para nada - se pasea por la habitación, buscando no sé que.

- Ayer no viniste a hablar conmigo - le digo inmóvil.

- Por la chin... le dije ya que no hay nada que hablar oiga, tiene que ponerse algo para salir - sigue con el mismo tono agresivo en su voz y con sus brazos cruzados. Ese sombrero no se mueve un milímetro de su cabeza aunque discuta sin cesar.

- Fernanda tengo que ducharme no puedo salir así - insisto.

Se dirige a una silla y toma un pantalón y me lo pasa. Póngase esto y vamos.

No sé porque le hago caso y me visto frente a su presencia que no es menor. No me quita los ojos de encima y me intimida. ¡Vamos! La tipa es la mujer mas linda que hay y la más insoportable. Eso sumado a mi carácter no ayuda. Salimos de la casa y me pasa un pan.

- Tome pa que no muera de hambre. Aquí todos nos despertamos a las 5 de la mañana para estar listos a las 6. Usted no puede levantarse como lo hace la gente de la ciudad que a las ocho dicen que es temprano - me dice mientras camina delante con un suéter ancho, su sombrero, jeans muy gastados y ajustados con botines.

- No es que no quiera levantarme temprano Fernanda pero me cuesta acostumbrarme, siempre me quedo dormida tarde y ahora no logré dormir más de tres horas.

- Mire, le digo que con todo lo que tiene que aprender hoy va a estar a las siete de la tarde oiga.

- Me imaginó - le digo mientras avanzó con pasos torpes, intentando pisar dónde ella lo hace. Me tropiezo cada dos pasos y no entiendo si es ella quien me pone nerviosa o es la torpeza heredada de mi padre. Miro sus manos, subo mis ojos por su brazo cubierto por el suéter que forma la silueta debajo de él y llegó a su cuello. Me concentró en su mentón perfecto y sigue caminando sin prestar atención a cómo la observó, o eso quiero creer.

- Oiga,¿ Por qué me mira tanto? - me pregunta y me da un ataque de tos. Me levanta una mano y me palmea la espalda con fuerza.

- iYa estoy bien! Gracias. Eso fue un poco rudo -le digo.

- Si se está ahogando, iNo le voy hacer con cariño! me responde.

Me río porque tiene razón, ella no gesticula ni una sola mueca de sonrisa y creo que solo le divierte verme humillada. Pienso que si no fuera tan hermosa, tan perfecta como es, no la soportaría menos. Su belleza no ayuda.

- Te miro porque me pareces fuerte y me gusta esa fuerza, quisiera sentirme así también - le respondo algo que no es mentira, pero tampoco es la verdad absoluta. La verdad es que la miro porque no me convenzo de haberla encontrado aquí.

Sabor A TiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora