4

129 19 6
                                    

Mayte Pov

Me levantó, esta vez sin golpes en la puerta y pienso que la vendimia dejó rendida a esta gente. Entró a la ducha y dejo que el agua me saque este deseo que me abruma desde que me levantó hasta que me acuesto. Son las 5:45 am y estoy lista para salir.

Salgo de la habitación y extraño su cuerpo guiándome a la salida, hablando de las cosas que hago mal y de todo lo que tengo que aprender de ella.

Caminó por el campo, ya están todos en sus labores. Me saludan con cordialidad pero aún no me gano el respeto de esta gente. La veo de lejos cuidando la cosecha, guiando a los hombres. Me acerco un poco más, me ve y quita la mirada. Llego a su lado.

-Hola Fernanda

-Hola señorita Mayte

-No fuiste a despertarme hoy, ¿Ya me soltaste? - le reprochó.

-Usted se tiene que levantar sola, ¡yo ya le enseñé todo! - me responde.

Se da media vuelta y se va sin hacer contacto visual conmigo. La sigo.

- Si pero, ¿Te puedo acompañar en tu jornada para saber lo que haces?

- ¿Piensa que no hago mi trabajo?

- No, para nada. Solo quiero aprender de ti, de lo que sabes.

- Bueno, acompañeme pues pero no me gusta hablar tanto oiga.

-Mira, ¡estas muy buena onda hoy! - susurró.

- ¡La escuche! - me habla.

Caminamos y ella va revisando la uva. Ella se encarga de ver cómo están trabajando y cómo seleccionan la uva que va para distintas barricas. Es impresionante lo mucho que conoce todo el sistema, aprendo de ella todo el tiempo.

- Y su novia oiga, ¿hace cuanto tiempo está con ella?

- Llevamos un poco más de dos años - le cuento.

- ¿Y cómo se conocieron? - pregunta.

- Nos conocimos en una fiesta - le respondo.

- le gusto de inmediato - sigue indagando, la que no quería hablar.

- Un poco, durante la noche fuimos conversando y me gustó. Y tú ¿cuánto llevas casada con Hector?

- tres años, pero de novios llevamos desde que tenía quince. El Mijo siempre me siguió. Insistió tanto y nos hicimos muy amigos al principio y después nos casamos.

-¿Estás enamorada? - Preguntó.

-Yo no sé mucho de eso oiga, a mí me gusta estar con el Hector me hace reír y me cuida -responde segura.

- ¿Y cómo se llevan como pareja? - Preguntó.

- ¿En la intimidá dice usted? - no parece incómoda.

- Si, en la intimidad y en lo cotidiano - aclaró.

- Bien, es que él ha sido el único hombre que yo he tenido pues, así que yo a veces pienso y creo que siempre es lo mismo.

- ¿Como?

- Que uno siempre hace lo mismo en la intimidad pues - responde tan inocente que no quiero seguir la conversacion.

- Puede ser - le digo para cortar.

- ¿Y usted? No creo que su novia sea la única señorita - me dice un poco pudorosa.

- Si te incomoda hablar del tema no tenemos que hablarlo - le digo.

- No, no. Yo quiero hablar. Quiero saber - esta vez si está segura de lo que pregunta.

- No, no es la única mujer que he tenido - le respondo.

- ¿Ha tenido muchas? - continúa.

- Algunas - evado.

- ¿Como algunas? - arremete.

- Ni muchas ni pocas, le respondo intentando evadir pero no lo logro.

- ¿Y hay diferencia oiga? - entiendo que no va a parar de preguntar.

- Bastante - le digo.

- Entonces, ¿usted cree que yo podría ver la diferencia si estuviera con otro hombre? - me pregunta.

- Obvio que notarás la diferencia. ¿Te gustaría estar con otro hombre?

- No, nunca se me ha pasado por la cabeza oiga, como que yo soy bien alejada de ese tema del sexo sabe. No me llama.

Seguimos caminando alrededor de una hora, el calor es insoportable, todo molesta, el aire y el viento es caliente. Nuestros cuerpos sudan incluso a la sombra y nos sofoca.

- Oiga tengo una idea, venga - me dice y nos desviamos. Se pierde en un Caminó angosto y me guía con su voz. La sigo y llegamos a una laguna hermosa, muy pequeña. Está rodeada por pequeños cerros pero todo verde con mucha vegetación.

-Quítese la ropa oiga - me indica.

- Que dices - le preguntó

- Que se quite la ropa pues - la veo sacarse la sudadera y los pantalones. Queda en ropa interior y quedo congelada. Su cuerpo es hermoso, lo más hermoso que he visto. Su piel es de color tostado debe ser por la cantidad de horas que esta expuesta al sol porque se asoma piel un poco mas clara en el borde del tirante de su sosten.

-No voy a entrar Fernanda, no me voy a sacar la ropa - le digo.

- Le da vergüenza, ¿no tienen piscina en la ciudad?

Me río - Si, tenemos piscina, pero se usa con traje de baño.

- ¿Y el traje de baño no es igual a esto?- me muestra su ropa interior y tiene un punto. Fernanda tiene falta de tacto pero no de inteligencia, siempre me deja en jaque con sus respuestas.

- Si, es igual pero me da vergüenza - le digo con mi cabeza buscando el suelo.

- ¿Anda sin ropa debajo? - Preguntó Fernanda.

- Ando con ropa Fernanda, como voy a andar sin nada - le gritó y asoma la mitad de su cuerpo en el agua. El sostén se trasluce y tengo que mirar para abajo. No quiero que piense mal de mí pero es tan difícil no dejar mis ojos clavados en ella.

- Venga no sea tonta- me dice.

- ¿Yo soy tonta? - le preguntó sonriendo a esa cara hermosa.

- Si pues, ¡venga! - me insiste pero no puedo, no me atrevo.

- No tengo calor, me da frío el agua helada, se me congelan los huesos - le digo con más vergüenza.

- Bueno, usted se lo pierde - lo pienso también, estar en el agua con ella es agobiante, por lo que prefiero no entrar.

Ella nada un rato, la contemplo. No siento calor, ni hambre ni cansancio, sólo quiero estar ahí. Se sumerge y pasan algunos segundos sin que salga. Comienzo a pensar que está haciendo una broma así que le grito.

- iYa Fernanda no molestes! - Pero no sale y me impaciento. Me levantó para mirar y no sale. Corro al agua y me sumerjo con ropa. Al instante sale a la superficie muy cerca de mí y suelta una carcajada.

- Le dije que se metiera - me habla a veinte centímetros de mi.

- ¡Qué pesada Fernanda! De verdad pensé que te había pasado algo - le digo pero no estoy molesta. Me dirijo a salir del agua y toma mi brazo bajo el agua.

- Oiga, ya está aquí.

La miro fijamente con su pelo mojado totalmente peinado hacia atrás con el agua. Su cara con el brillo que le dan las gotas y el reflejo del agua. No me despega la mirada, baja sus ojos a mi boca, y veo cómo su pecho se agita rápidamente por su respiración entrecortada. Todo se vuelve surreal para mí. No sé si es producto de mi imaginación, del calor, de la perfección de Fernanda o si esto realmente está pasando, pero quiero quedarme aquí. Se acerca lentamente sin sacarme los ojos de encima. Por debajo del agua toco su cintura y la apego a mí muy suavemente. Se deja, la tengo cerca, tan cerca que siento su respiración en mi boca. Su cuerpo tiembla, miro su boca que es la más linda que he visto. Ella pone su mano en mi hombro y roza mis labios.

Sabor A TiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora