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Mayte Pov

Me quedo estática, no sé qué pensar ni porque me afecta de esta manera que ya no esté con Hector. No entiendo que le pasa a mi cuerpo cuando esa mujer está cerca. Tiemblo como una niña, miro alrededor y recuerdo. Todo lo que había enterrado aparece aquí, como si lo reviviera, como si pudiera vernos sobre la mesa besándonos. Quise olvidar sus besos, pero aquí, sonrío de vernos en el pasado, de recordar la locura de esa mujer salvaje. Fernanda podía llevarme al orgasmo con solo mirarme. Sonrío de pensar en eso, en que ella nunca supo lo que me provocaba, no habían palabras para esa locura. Y después de eso todo se vuelve más tranquilo aunque ahora yo ame a Emilia. Me bajo del mesón, me mojo la cara y entiendo que esto es parte del proceso. Ya dejé de amar a Fernanda ahora tengo que enfrentarme al recuerdo, a ella. Sólo así voy a poder tener una vida feliz y completa con Emilia.

Salgo de la cocina y me voy al comedor. Veo a Emilia bailando con un ayudante de la hacienda y me muero de la risa porque de verdad no le importa nada. Miro a la gente alrededor y la veo a ella sentada con las piernas abiertas sobre un mueble. Tiene puesto su sombrero con el pelo salvaje como siempre, una camisa a cuadros que lleva suelta encima de una sudadera blanca y los jeans de siempre. Se saca el sombrero un instante y se acomoda el pelo a un costado. Me digo a mí misma que encontrarla hermosa no significa amarla. Sacudo mi cabeza y vuelvo a Emilia, la veo bailar e intento traer todos los momentos que hemos tenido, pero solo se viene Fernanda a mí mente. Escucho su risa y todo da vueltas. Me acerco a Emilia y le digo al oído que me voy a la habitación porque me siento un poco mareada, ella deja de bailar y me acompaña. Es tan linda, está completamente ebria pero sigue preocupada por mí. Me lleva a la cama y me abraza. Se duerme al instante pero yo no puedo dormir. Escucho como se van yendo los trabajadores y me dan ganas de salir, de saber más de su vida mientras estuve lejos, pero me detengo y me quedo en los brazos de la mujer que amo.

Despierto temprano, como cada vez que estoy aquí. Emi duerme a mi lado y se ve hermosa. Me quedo mirándola un momento, acomodo su pelo para ver su cara, la beso y Fernanda se vuelve a aparecer en mi cabeza. Pienso que nunca la vi dormir y me angustia eso. Me levanto y me ducho. Salgo de la casona, está todo limpio, como si no hubiese existido fiesta el dia anterior.

Voy a la cocina y me hago desayuno, preparo una bandeja para mi amor.

- Buenos días - la escuchó entrar, me quedo inmóvil con la bandeja en las manos - está linda la bandeja para su mujer pero le falta algo - entra y pasa por detrás, busca algo y se acerca con unas florcitas en la mano - Póngale ese detalle ¿ve? Se ve re lindo oiga.

Mientras me habla y deja las flores en la bandeja la tengo tan cerca, me llega su suave aliento, su aroma. Su brazo roza el mío y cierro los ojos por puro instinto. No entiendo nada, no entiendo mi cuerpo. Ya no la amo pero entonces, ¿Por qué me pongo así?

- Gracias Fernanda - me voy de la cocina - le dejo la bandeja a mi amor y salgo a la cocina porque dejé mi desayuno encima.

Entro a la cocina y la veo sentada comiendo como siempre, con tantas ganas, voraz como es ella y sonrío. Me siento justo al frente de su puesto con mi plato de huevos y el café.

- ¿Hambre? -  le digo para hablar algo y romper este silencio incómodo. No responde.

Comemos en silencio, no nos miramos.

- Estuvo buena la fiesta ayer - vuelvo a intentar algo que me saque de este silencio.

- ¡Por la chin.... de verdad que le gusta a hablar! - me responde y se levanta de la mesa. Lava lo que usó.

' Hay cosas que no cambian Fernanda - respondo.

- ¡Y otras que si! - me habla de espaldas a mí.

- ¿Cómo es eso de que estás separada de Hector? ¿Hace cuánto lo dejaste?

Sabor A TiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora