Fue humillante tener que confesar a mi compañero lo patético que era mi pueblo. Y sin embargo, había sido una necesidad. No sólo no quería ocultar ningún secreto a Yoongi, sino que se lo debía a él. Las próximas semanas y meses probablemente se volverían bastante tensas y volátiles. No podía arriesgarme a que la sorprendieran si estallaba la violencia.
Sin embargo, mi corazón se calentó de afecto por mi pequeño humano. Había temido el horror y el desprecio de él cuando le revelé cómo las especies cuyos machos se enorgullecían de ser los mayores guerreros de la galaxia eran en realidad esclavos de su sistema endocrino. Pero no mi Yoongi. Sólo había expresado compasión y un genuino deseo de ayudarme a encontrar una solución.
Mis compañeros de clan se burlaban de mí por considerar la idea de la ayuda de un doncel para resolver asuntos de guerra y combate. Eran tontos. Aparte del hecho de que mi compañero había demostrado sus conocimientos tanto al poner a Wonjin de patitas en la calle como al evaluar mis armas, sabía cosas que nosotros no sabíamos y que necesitábamos con urgencia. Había vivido toda su vida con los extraterrestres, tenía valiosos contactos que podían sernos de gran utilidad, y podía iluminarnos en las formas de atraer a los competidores aquí.
Pero más allá de eso, nuestras donceles eran la única razón por la que los Yurus seguían teniendo una sociedad remotamente funcional. Valoraba sus ideas y consejos, ya que eran las únicas personas con las que podía tener algún tipo de intercambio de ideas serio que no derivara rápidamente en la mejor manera de romper cráneos. Y aunque acababa de conocer a mi pequeño sylphin, ya sabía que con él también podía mantener conversaciones intelectuales significativas... cuando no estaba demasiado ocupado molestándolo.
El transbordador de la UPO comenzó a descender cuando nos acercábamos a la plaza. Su tamaño me sorprendió, e inmediatamente empecé a preguntarme cuántos objetos había traído mi compañero, y sobre todo su naturaleza. ¿Llenaría la casa de bonitas flores, lindos cuadros y otras cosas delicadas e inútiles que mi investigación sobre las hembras humanos insinuaba?
El piloto realizó un aterrizaje impecable mientras el clan se reunía a su alrededor con indisimulada curiosidad. Mis ojos se abrieron de par en par cuando Wonjin se acercó a nosotros con una plataforma flotante. Una buena previsión, ya que nos permitiría llevar más fácilmente las pertenencias de Yoongi a mi vivienda sin retener a los agentes de la UPO más tiempo del necesario. Le hice un gesto de asentimiento levantando la barbilla. Él respondió de forma similar, aunque el movimiento de sus orejas reveló su vergüenza ante mi aprobación.
Dos hombres humanos demasiado guapos -gemelos idénticos- desembarcaron del transbordador, mirando a mi hembra. Por la razón más estúpido, rodeé a Yoongi con un brazo posesivo y la atraje a mi lado. Por la forma en que los bordes de sus ojos idénticos se arrugaron con diversión, los desgraciados obviamente habían adivinado lo que había provocado mi gesto. Tenía ganas de partirles la cara. Pero puse una expresión neutra en mi rostro mientras se acercaban a nosotros.
—Hola, Sr. Min. Soy Evan, y este es mi hermano Eric. La Agencia de Emparejamiento Prime ha solicitado que le traigamos sus pertenencias personales.
—Sí, ¡muchas gracias! —respondió Yoongi con una sonrisa.
—¿Estaría bien que los descargáramos en esta plataforma aerodinámica? —preguntó, señalándola con la barbilla.
Yoongi dudó.
—Sí, gracias —respondí en su lugar.
—Muy bien. Enseguida —dijo con el mismo entusiasmo.
Tenían una piel bronceada que hacía resaltar sus penetrantes ojos verdes. Aunque eran musculosos, no eran voluminosos con músculos abultados como los nuestros. Eran más bajos que yo, pero probablemente lo que Yoongi habría considerado una altura más cómoda para un compañero para él. Y su melena dorada enmarcaba sus bonitos rostros como un halo, los mechones ondulados rebotaban sobre sus hombros al caminar.
