Capítulo 6

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En el corazón del cementerio de Whitby, donde los límites entre la vida y la muerte se desdibujan, Sydonie Acheron se encontró cara a cara con la muerte

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En el corazón del cementerio de Whitby, donde los límites entre la vida y la muerte se desdibujan, Sydonie Acheron se encontró cara a cara con la muerte. La aparición repentina de su figura espectral la tomó por sorpresa, provocando un torrente de maldiciones mientras su mirada se endurecía.

—¡Demonios! —exclamó, con un sobresalto—. ¡Me has dado el susto de mi vida! Creí que me habían descubierto.

—¿No me viste antes? —inquirió el recolector, su voz un eco monótono en la penumbra.

—Te vi, pero no pensé que volverías —replicó Sydonie, acusadora.

El grim reaper, por su parte, tampoco había esperado regresar. Guiar a Eleanor Wright hacía su destino final había sido un asunto sin complicaciones, pero luego una curiosidad insaciable lo había invadido. Días atrás, no había logrado llevarse ninguna alma de la tienda, y ahora, ella había convencido a una de las almas más antiguas para que partiera.

—¿Cómo lo lograste?

—¿Lograr qué? —Sydonie evadió la pregunta mientras terminaba de empacar su maleta.

—Convencerla de partir.

—No convencí a Eleanor de nada. Ella eligió seguir adelante.

—¿Y la carta? ¿Cómo la obtuviste?

Sydonie se enderezó, enfrentándolo con una mirada penetrante y una ceja arqueada.

—¿Cuánto oíste de nuestra conversación?

—Lo suficiente —admitió.

La tensión creció cuando Sydonie cruzó los brazos y entrecerró los ojos, desconfiada.

—¿Me estabas espiando?

La pregunta lo intrigó.

«¿Estaba molesta? ¿Por qué?».

—Solo cumplía con mi deber —respondió él, imperturbable ante su irritación—. Además, esperabas por mí.

Sydonie sacudió la cabeza en desacuerdo.

—No esperaba específicamente por ti. Sabía que tarde o temprano un grim reaper aparecería. Cualquiera.

La afirmación la tomó por sorpresa, revelando su limitado entendimiento de cómo operaban los recolectores de almas.

—Así no es cómo funciona —la corrigió—. Solo el grim reaper asignado al alma en cuestión puede reclamarla. Por eso estaba seguro de la ubicación de Eleanor Wright.

El silencio de Sydonie, inusual en ella, marcó un momento de revelación entendimiento, aunque no tardó en recomponerse, encogiéndose de hombros con aparente indiferencia.

—Bueno, de alguna manera, me alegro de que seas tú. Ya nos conocemos, ¿podemos considerarnos amigos?

—No soy tu amigo.

Manual contra amores inmortales [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora