Ronan se detuvo frente a la puerta cerrada, con un nudo en el estómago y un sentimiento punzante de que no debería estar allí.
Desde un rincón oscuro de su mente, Morrigan irrumpió con su voz burlona:
«Claro que deberías, pero allá adentro».
Intentando ignorarla, Ronan se mantuvo en silencio, concentrado en la puerta cerrada.
«—¿Qué es lo que tanto hablan ahí dentro? ¿Y con la puerta cerrada? ¿No sientes curiosidad? ¿No te molesta?».
Él no respondió.
«—Es obvio que te molesta, soy tu conciencia. Lo sé todo».
«—No eres mi conciencia», murmuró Ronan, intentando despejar la irritación de su mente.
«—Lo que sea. Pero vas a perder a Sydonie. ¿Vas a dejar que un alma errante te la arrebate?».
«—Sydonie no es un objeto que pueda ser ganado o perdido —replicó él con firmeza—. Y debo respetar su privacidad».
«—¿Su privacidad? ¿Y si están intercambiando besos? ¿Besos en los labios, en el cuello?», la voz de Morrigan se llenó de malicia.
Ronan se tensó, sus manos se cerraron en puños. Aunque trató de mantener la calma, la mención de intimidad agudizó su malestar.
«—No me importa», dijo finalmente, aunque su voz carecía de convicción.
«—¿No te importa? Pareces haber olvidado cómo defender lo que quieres. Él es el hombre de sus sueños, Ronan. El destino lo puso en su camino, ilumina su mundo... mientras que tú, bueno, tú eres la oscuridad».
Ronan bajó la mirada, y su pecho se apretó con una mezcla de emociones desconocidas y desafiantes que no sabía cómo manejar. Su silencio se hizo pesado, lleno de los ecos de Morrigan que resonaban con una verdad incómoda.
Morrigan, notando que había tocado un nervio sensible, suavizó su tono.
«—Ronan...».
Pero las palabras se perdieron en el aire.
Ronan cortó la conexión emocional y caminó por el pasillo hacia las escaleras. Aunque estaba decidido a irse, al entrar en la sala con la piscina su paso se hizo más lento. La luna brillaba con una luz suave y calmante que se filtraba a través del techo de cristal, envolviendo la sala en una penumbra acogedora.
Algo en la combinación de luz y sombra siempre tocaba una fibra profunda en él. Rodeado por la soledad y el silencio, se sintió atraído hacia el borde de la piscina, cautivado por la belleza tranquila de la noche. Las turbulentas emociones que había sentido empezaron a serenarse.
La oscuridad, lejos de ser opresiva, lo envolvía de manera confortable, alejando las complicaciones y el ruido del exterior. La luz lunar y la penumbra suave lo ayudaban a centrarse, a hallar equilibrio entre sus pensamientos y emociones.
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Manual contra amores inmortales [TERMINADA]
Romansa¿Quién dijo que el amor y la muerte no pueden ser divertidos? Bienvenidos a la tienda de antigüedades de Sydonie Acheron, un lugar mágico donde los objetos esconden un alma... o dos. Allí, su vida dará un giro inesperado cuando Ronan, un gruñón grim...