«No puedo creer que vaya a conocer la casa de Harry Young», pensaba Sydonie, apenas conteniendo su emoción.
Las circunstancias podían ser sombrías, pero era, al fin y al cabo, Harry Young. Nunca había figurado en sus listas de «Cosas que hacer antes de volverse una excéntrica dama de las antigüedades» que conocería a Harry Young, ni que él dependería de ella para escapar de su peculiar estado de «no-tan-muerto». Pero estaba decidida a lanzar una maldición de fan vengadora sobre quienquiera que le hubiera hecho algo tan horrendo. Claro, las cosas se complicaban un poco cuando él tenía la memoria más borrosa que el cristal de un baño público y Sydonie tenía que esforzarse por mantener la compostura y no desmayarse o pedirle un autógrafo en cada oportunidad.
—Es aquí —anunció él.
—¿Aquí?
Sydonie se detuvo en la acera, levantando la mirada. Había caminado antes por las calles adoquinadas de Belgravia, un barrio conocido por su elegancia y grandiosidad. Los edificios alrededor eran testimonios de opulencia, con fachadas ornamentadas y puertas que contaban historias de riqueza y estatus. Sin embargo, su destino no era uno de estos colosos de piedra, sino una casa que destacaba por su simplicidad en un vecindario de magnificencia. Ante ella, una fachada de dos pisos de ladrillo amarillento se erguía con modestia. Las ventanas, enmarcadas en blanco, miraban tranquilamente la calle. La puerta principal, negra con herrajes metálicos, mostraba orgullosa el número 19. Una pequeña valla metálica pintada de negro y un jardín delantero con grava y un joven árbol completaban el cuadro de modesta dignidad.
Este hogar tenía un encanto particular, pero, según Espectacular, la revista de chismes, Harry Young residía en Primrose Hill.
—Pareces decepcionada —observó el cantante.
—Oh, no, lo siento. Pensé que vivías en Primrose Hill.
Harry arqueó una ceja.
—Veo que realmente eres una fan. ¿Cómo supiste eso?
Ella se sonrojó.
—Lo leí en una revista de chismes —admitió.
—No deberías creer todo lo que publican —aconsejó él, contemplando la fachada con cierta nostalgia.
—¿Entonces no vives allí?
Harry no respondió, pero una delicada sonrisa estiró sus labios. Sydonie sonrió con suficiencia, sintiéndose especial. Si todo salía bien y ayudaba a Harry podría convertirse en su fan número uno.
—Entremos —sugirió Harry guiándola hacia la puerta.
Mientras seguían su instrucción y se adentraban en la casa, Sydonie se preguntó si debería haber traído algún arma para defenderse en caso de encontrarse con alguien, o algo, inesperado. A simple vista, la casa parecía vacía.
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Manual contra amores inmortales [TERMINADA]
Romance¿Quién dijo que el amor y la muerte no pueden ser divertidos? Bienvenidos a la tienda de antigüedades de Sydonie Acheron, un lugar mágico donde los objetos esconden un alma... o dos. Allí, su vida dará un giro inesperado cuando Ronan, un gruñón grim...