Mientras una parte del grupo trabajaba en recuperar el cuerpo de Harry, Sydonie esperaba en la tienda de antigüedades. Estaba inquieta, como si presentiera algo, pero no podía identificar qué era, lo que la hacía sentir en desventaja. En ese momento, lo único que importaba era que Ronan y Amani pudieran ayudar a Harry y regresaran a salvo.
A Sydonie le habría gustado estar allí con ellos, pero Ronan había asegurado que alguien debía quedarse a proteger la tienda de antigüedades y a las almas, por si algo salía mal. Y eso había enojado a Sydonie, como si él estuviera intentando sobreprotegerla. Sin embargo, tampoco podía refutar que él tenía razón. La tienda necesitaba a su protectora, sobre todo si aún no sabían cuál sería el próximo paso del cazador de almas. Si lograban recuperar el cuerpo de Harry, lo más probable es que él intentara encontrarlos de alguna forma. Su plan era primero encontrar al cantante, ponerlo a salvo en su residencia, y luego Amani y Ronan regresarían hasta allí para decidir el siguiente paso.
Sydonie suspiró, intentando mantener la calma.
Sentada detrás del mostrador, con Lumus descansando entre sus piernas, golpeteaba la madera de la superficie con dedos nerviosos, sin dejar de mirar la puerta. Ya había oscurecido, pero había decidido no cerrar la tienda para esperar que Ronan y Amani regresaran. De cualquier forma, Sydonie no debía preocuparse por los clientes; nadie venía tan de noche a comprar antigüedades.
Intentando distraerse, Sydonie se dedicó a pulir algunos objetos de plata que había encontrado días atrás en una caja de la bodega. Estaba concentrada en las superficies brillantes cuando las almas empezaron a murmurar.
«Es él».
«Es la Muerte».
«No te enfrentes a la Muerte».
«Corre».
Sydonie levantó la mirada justo cuando un grim reaper entraba en la tienda. Envuelto en una oscuridad etérea, avanzaba despacio entre las estanterías. Llevaba una guadaña adornada con símbolos antiguos, y en el mango de esta arma colgaba un amuleto con una espiral celta que se retorcía en tres bucles perfectos.
Era la primera vez que lo veía. El único grim reaper antiguo que alguna vez se había presentado había sido Ronan. La presencia lúgubre y fría del recién llegado hizo que Sydonie se tensara. No se movió, permaneciendo detrás del mostrador. Lumus, a sus pies, se puso alerta y saltó sobre el mostrador, en posición de defensa, enseñando los dientes y sus orejas puntiagudas en su forma feral.
—Al parecer no le agrado a tu felino de luna y bruma —dijo el recolector. A pesar de su apariencia tenebrosa y oscura, su voz era suave y pacífica, transmitiendo paz.
—Lumus, calmado —ordenó Sydonie con firmeza.
El recolector la miró, y Sydonie le devolvió la mirada, firme y decidida. Lumus dudó por unos minutos, soltando varios maullidos que parecían intentos de comunicarse, pero ella no cedió. Finalmente, el felino obedeció y saltó al suelo, escabulléndose entre las estanterías. Desde lejos, Sydonie podía sentirlo observando el encuentro, alerta.
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Manual contra amores inmortales [TERMINADA]
Roman d'amour¿Quién dijo que el amor y la muerte no pueden ser divertidos? Bienvenidos a la tienda de antigüedades de Sydonie Acheron, un lugar mágico donde los objetos esconden un alma... o dos. Allí, su vida dará un giro inesperado cuando Ronan, un gruñón grim...