Capítulo 39

146 27 8
                                    

Aquella mañana, Sydonie no se levantó temprano, y no sentía remordimientos

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Aquella mañana, Sydonie no se levantó temprano, y no sentía remordimientos. La noche anterior había compartido con Ronan una lección valiosa en las relaciones humanas, incluso más que cualquier otra: el arte de acurrucarse.

Sydonie había salido con hombres a quienes no les gustaba acurrucarse en ninguna situación, ni siquiera después del sexo. Ella siempre había considerado esto una pérdida para ellos, en especial porque su figura voluptuosa era ideal para ello.

A pesar de sus experiencias, no tuvo problemas en hacer que Ronan entendiera la importancia de acurrucarse. Curioso como siempre, él había preguntado sobre la técnica adecuada y las variantes de posiciones. Sydonie aseguró que no había una forma correcta, solo debían hacerlo como se sintieran cómodos.

Así, después de probar varias posiciones durante la noche, Sydonie terminó durmiendo de lado, con una pierna entrelazada con la de Ronan y su brazo musculoso rodeando su cintura. Esta postura cómoda y segura la satisfacía en gran manera.

Sydonie sonrió y acarició el torso de Ronan, su piel dorada contrastando con la suya. Deslizó sus dedos suavemente por su cuello y hasta su rostro. Las caricias, apenas un roce, provocaron una chispa eléctrica en sus yemas y una cálida sensación se agitó en su pecho. Sydonie contempló su rostro hasta que Ronan se movió a su lado.

—¿Qué estás haciendo? —murmuró somnoliento.

—Te miro —respondió ella con una sonrisa. El rostro adormilado y despeinado de Ronan era encantador.

—¿Por qué? —preguntó él, acariciando la curva de su cadera.

—No lo sé, supongo que me relaja —dijo Sydonie, riendo ante su confusión—. Cuando tú me miras, ¿por qué lo haces?

—Porque eres bonita y tu sonrisa es cálida —respondió él.

Sus mejillas se sonrojaron y sintió un revoloteo en el pecho.

—Tú también eres lindo —dijo, estudiando su rostro y trazando con el dedo la nariz de Ronan—. Parece que tuvieras ascendencia griega, con tus facciones marcadas, el cabello negro y las cejas pobladas. Aunque tus ojos son... rasgados. Me preguntó cómo terminaste con esta apariencia.

Ronan sonrió ligeramente.

—No es una elección consciente —comenzó, enredando sus dedos en el cabello de Sydonie—. Cuando decides cambiar a una forma física, esta puede adaptarse al contexto o cultura en la que te encuentres, facilitando tu integración. Además, la forma física que tomes puede estar relacionada con algún lugar o experiencia significativa en tu vida.

Hizo una pausa, mirando a través de los siglos.

—Muchos de mis recuerdos se han perdido en el tiempo, pero otros permanecen vívidos, sobre todo de mi tiempo en Grecia. Mi apariencia podría ser un reflejo de mis experiencias allí. Aunque era muy diferente a lo que los libros de historia sugieren.

Manual contra amores inmortales [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora