Ronan regresó a la Fortaleza de las Brumas con un nuevo propósito.
Esta vez, no se adentraría en la biblioteca, sino que visitaría un lugar más místico y oscuro. En su forma etérea, se desplazó en silencio entre las imponentes torres de marfil, cruzando los puentes colgantes que conectaban los distintos niveles de la fortaleza. Continuó su camino, decidido y sigiloso, hasta llegar a la sala del Oráculo de Sombras, un lugar que siempre le había parecido de serenidad sobrenatural.
La sala, envuelta en una penumbra mística, tenía paredes que parecían absorber la luz, creando un ambiente de profunda quietud y misterio. El aire estaba cargado con un leve aroma a incienso y las suaves notas de una melodía etérea. En el centro de la sala se alzaba el Oráculo, una antigua estructura de piedra y cristal, emanando un resplandor tenue. La piedra, tallada con runas ancestrales, y el cristal, que destellaba con luces internas, daban al lugar una atmósfera de reverencia y poder arcano. Ronan sabía que el Oráculo de Sombras no solo contenía secretos olvidados, sino que también podría ofrecerle respuestas.
Con cada paso, Ronan sentía una mezcla de respeto y urgencia. Su objetivo era claro: buscar orientación sobre el paradero del alma errante de Harry. Se aproximó al Oráculo, que empezó a brillar con un resplandor tenue en respuesta a su presencia. Respiró hondo, centrando su mente, y se acercó hasta que las sombras de su existencia rozaron la fría piedra.
En un acto de concentración profunda, Ronan cerró los ojos y murmuró una antigua invocación pidiendo al Oráculo revelar cualquier pista sobre Harry. El aire en la sala vibró, las sombras comenzaron a moverse en un baile lento y etéreo, y las luces de los cristales se intensificaron. De repente, la superficie del Oráculo se iluminó, mostrando imágenes borrosas y cambiantes.
Las visiones eran fragmentadas, como pedazos de un sueño olvidado. Vio lugares desconocidos, rostros borrosos y escenas que parecían pertenecer a otro tiempo y espacio. Aunque confusas, las imágenes ofrecían pistas sutiles que él tendría que descifrar con cuidado.
Después de varios minutos, las visiones se desvanecieron y la sala volvió a su oscuridad tranquila. Sin embargo, Ronan sabía que ahora venía la parte más difícil: interpretar lo visto, ya que el Oráculo, aunque útil, demandaba un precio por su uso.
En el momento en que Ronan se alejó del Oráculo, una voz antigua y resonante llenó la sala, preguntándole si estaba dispuesto a pagar el precio por las respuestas obtenidas. Ronan asintió, consciente de que toda magia exigía su sacrificio.
Primero, el Oráculo demandó una parte de su energía vital. Ronan sintió un cansancio súbito. Las sombras a su alrededor se tornaron menos densas y él se encorvó ligeramente. Era el precio de la clarividencia, un tributo que aceptó con resignación.
Pero ese no era el único precio. La energía vital cubría el uso del Oráculo, pero el valor de las visiones se pagaba con recuerdos.
El Oráculo comenzó a mostrarle una sucesión de recuerdos recientes, muchos incluían a Sydonie. Cada uno era precioso, un destello de felicidad y conexión.
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Manual contra amores inmortales [TERMINADA]
Romance¿Quién dijo que el amor y la muerte no pueden ser divertidos? Bienvenidos a la tienda de antigüedades de Sydonie Acheron, un lugar mágico donde los objetos esconden un alma... o dos. Allí, su vida dará un giro inesperado cuando Ronan, un gruñón grim...