Dos días después de su reencuentro con Ronan, Sydonie tuvo una revelación: su firme determinación para criar a una bebé resultaba ser bastante inútil cuando se enfrentaba a la realidad de que no tenía ni la más remota idea de cómo hacerlo.
Allí estaba ella, experta en objetos antiguos y artefactos mágicos, pero novata en todo lo relacionado con bebés. La situación era cómica, si no fuera porque el bienestar de la pequeña Amani estaba en juego. Con cada llanto y mirada confusa de la bebé, Sydonie se sentía una aprendiz en un terreno completamente desconocido. La idea de que cuidar a un ser humano pudiera ser más desafiante que resolver el enigma de un objeto místico la hacía sonreír, incluso en medio de la confusión.
Con humor y algo de desesperación, se embarcó en la aventura más desordenada de su vida.
Ronan, recién adaptado a su humanidad, era igual de inexperto en crianza que Sydonie. La situación se volvía irónicamente cómica, considerando que él había vivido siglos sin prepararse para el desafío de cambiar pañales o hacer biberones.
Ambos a menudo intercambiaban miradas perplejas sobre la cabeza de Amani, como si esperaran que la pequeña les diera instrucciones claras sobre sus necesidades. Sydonie no podía evitar reír ante la torpeza de Ronan con un biberón, tan alejada de su usual compostura.
Juntos, navegaban este nuevo terreno con más entusiasmo que habilidad y aprendían que no había hechizo que sustituyera el reconfortante toque de una canción de cuna cantada con amor o el valor de un abrazo oportuno. En su torpeza compartida, encontraban alegría y creaban recuerdos valiosos, descubriendo que el verdadero encanto residía en las imperfecciones cotidianas.
—¡Al fin se durmió! —exclamó Sydonie al entrar en la cocina.
Ronan, que había estado leyendo un libro para padres principiantes, cerró el volumen y lo dejó sobre el mesón.
—¿Crees que estará bien? —preguntó, inseguro.
La noche anterior habían decidido que Amani durmiera en su cuarto para mantenerla cerca, pero esa mañana, después de algunos intentos y algo de creatividad, habían ensamblado una cuna y transformado el estudio en un acogedor cuarto de bebé. Amani estaba pasando su primera noche sola, un paso significativo hacia su independencia.
—Sí, dejé el monitor para bebés encendido y podemos verla desde mi celular. Además, Lumus está con ella —aseguró Sydonie.
Ronan pareció calmarse con sus palabras, y ambos sonrieron aliviados.
—Prepararé té —dijo Sydonie, buscando la tetera.
Él negó con la cabeza y se puso de pie.
—Creo que tendremos un par de horas de calma. ¿Qué quieres hacer? ¿Vemos una película? Hay una nueva sobre...
Se situó detrás de ella, levantó suavemente su barbilla e inclinó su rostro hacia el de Sydonie, buscando sus labios. El primer contacto fue sorpresivo, pero también el inicio de una sinfonía largamente esperada que despertó en Sydonie un torrente de emociones.
ESTÁS LEYENDO
Manual contra amores inmortales [TERMINADA]
Romance¿Quién dijo que el amor y la muerte no pueden ser divertidos? Bienvenidos a la tienda de antigüedades de Sydonie Acheron, un lugar mágico donde los objetos esconden un alma... o dos. Allí, su vida dará un giro inesperado cuando Ronan, un gruñón grim...