Capítulo 32

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En las profundidades de las Tierras Altas de Escocia, justo al borde del enigmático bosque de Albastrae, Ronan inició su búsqueda del jardín secreto

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En las profundidades de las Tierras Altas de Escocia, justo al borde del enigmático bosque de Albastrae, Ronan inició su búsqueda del jardín secreto. La noche había envuelto el paisaje en un manto de oscuridad cuando partió siguiendo las enigmáticas indicaciones de una vecina de Sydonie, una antigua Ghillie Dhu o espíritu del bosque. La luna, suspendida en el cielo, bañaba de plata el camino serpenteante que se adentraba en el corazón del bosque.

—Ten cuidado —había dicho Sydonie al despedirse.

Ronan había contemplado la preocupación en su rostro, pero no se inmutó. No era la primera vez que ella expresaba su preocupación, aunque él todavía no se acostumbraba a eso.

—No tienes que preocuparte por mí —respondió—. No soy una persona normal.

Ella frunció el ceño antes de aferrar su rostro para mirarlo fijamente.

—Para mí, tú eres una persona. Mi persona. Así que asegúrate de regresar a salvo.

Ronan sintió una calidez agradable en su pecho por sus palabras y se comprometió a no defraudarla. Dado que era el único capaz de desplazarse con tanta rapidez hasta allí, se había ofrecido a encontrar las rosas doradas para ayudar a Sydonie.

Él continuó su misión.

El bosque de Albastrae, conocido por sus leyendas y belleza mística, era un laberinto de árboles antiguos y sombras danzantes. Las ramas de estos árboles formaban un túnel natural sobre el sendero, entrelazadas en patrones que bailaban al ritmo del viento nocturno. El grim reaper siguió el camino marcado por piedras antiguas cubiertas de musgo y un viejo roble señalado con una marca en forma de media luna.

Bajo la luz de la luna, el bosque adquiría una atmósfera etérea. Ronan avanzaba con cautela; sus pasos guiados por los destellos fantasmales que se filtraban a través del denso follaje, iluminando su camino. La ruta, apenas visible y cubierta de musgo y hojas caídas, lo llevaba más profundo hacia un lugar que prometía ser un remanso de paz y magia.

Tras atravesar el umbral del bosque y adentrarse en la oscuridad, Ronan finalmente encontró el jardín secreto durante el amanecer de la luna llena. Era un oasis de serenidad bajo el cielo estrellado, un espacio donde el tiempo parecía detenerse. Las flores silvestres se mezclaban con hierbas aromáticas y las rosas doradas brillaban bajo la luz de la luna, desplegando su esplendor en un claro rodeado de sauces llorones, y el aire estaba impregnado de una calma sobrenatural.

—¿Qué hace un grim reaper tan lejos de los designios de La Muerte?

Ronan se detuvo y escudriñó su entorno. No podía ver a nadie, pero escuchaba una voz enigmática y etérea, como las mismas flores.

—Estoy buscando una rosa dorada —respondió con calma—. Fui guiado hacia aquí con ese propósito.

—¿Por qué la Muerte necesitaría una rosa dorada?

Manual contra amores inmortales [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora