Capítulo 5

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Las almas no siempre se comunicaban con Sydonie, pero al cruzar el umbral de la tienda de antigüedades, sus historias y sentimientos se volvían transparentes ante ella

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Las almas no siempre se comunicaban con Sydonie, pero al cruzar el umbral de la tienda de antigüedades, sus historias y sentimientos se volvían transparentes ante ella. Con apenas un toque, podía acceder a retazos de sus existencias y emociones, una habilidad que, aunque útil, a menudo la hacía sentir como si traspasara límites personales no deseados. Sin embargo, su deseo era ayudar a cuantas más almas mejor, y Eleanor Wright había sido una de esas almas que, lejos de rehusarse, había elegido compartir su historia y emociones con Sydonie desde que esta asumió la responsabilidad de la tienda.

—Hola, Sydonie —saludó Eleanor con una sonrisa cálida y gentil, un eco del pasado victoriano. Su atuendo, meticulosamente ceñido en la cintura que se expandía en una falda de brocado, y unos botines de cuero apenas visibles bajo la tela. Una blusa blanca cerrada hasta el último botón y adornada con un delicado broche complementaban su vestimenta, su cabello, recogido en un elegante moño, era coronado por un sombrero decorado con flores. A pesar del cambio de los tiempos, el espíritu de Eleanor seguía irradiando la elegancia de su era.

—Gracias por venir esta noche —dijo Sydonie, desplegando el contenido de su maleta para preparar el ritual del té.

—Alguien debía ser el primero, ¿verdad? —Eleanor entrelazó las manos enguantadas con nerviosismo—. Las demás almas aún tienen miedo o se aferran a esperanzas de cumplir sus deseos pendientes. Yo he aceptado que mi último deseo quedará inconcluso y que mi miedo es, en realidad, infundado.

—El miedo nunca es infundado, Eleanor.

Una sonrisa suave iluminó el rostro de la mujer.

—Aun así, quiero hacerlo —insistió—. Has sido amable conmigo desde el inicio, y al quedarnos en la tienda, temo que te estemos causando problemas.

—No es ninguna molestia. No te preocupes por eso. —Sydonie dispuso una manta entre dos lápidas, creando un espacio sereno para su ceremonia.

—Eres la primera persona que ha hablado conmigo en mucho tiempo. Escuchaste mi historia y me brindaste compañía en mis momentos de soledad.

Mientras Sydonie reflexionaba sobre las palabras de Eleanor, recordaba el día en que su camino se había cruzado con el de la taza de té, el relicario del alma de Eleanor. Había encontrado esta pieza en una de las estanterías de la tienda, un rincón dedicado a los objetos vintage. Su abuelo le había contado cómo descubrió a Eleanor en uno de los baúles de objetos antiguos que había adquirido para la tienda. Esta pieza, olvidada y pasada de mano en mano por numerosos dueños, nunca había revelado su secreto a nadie, hasta que finalmente llegó a manos de Owen y luego a las de Sydonie. A través de sus conversaciones, Sydonie logró desvelar el pasado de Eleanor y entender por qué su espíritu se aferraba a aquel objeto.

Eleanor había vivido en la era victoriana, un tiempo donde el ritual del té había sido más que una simple tradición; había sido un puente hacia la conexión humana. Desde joven, Eleanor había encontrado en las reuniones alrededor del té el único instante en el que lograba conectar verdaderamente con otros. Sus recuerdos más preciados eran aquellos momentos en los que compartía historias junto a su madre, cada sorbo un lazo tejido con palabras y cariño.

Manual contra amores inmortales [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora