Sydonie estaba a punto de hacer algo de lo que estaba segura de que se arrepentiría: pedir ayuda a su madre.
El teléfono sonó y, nerviosa, se mordió el labio inferior mientras esperaba. Tres latidos después, alguien respondió.
—¿Mamá?
Hubo una breve pausa que aumentó su inquietud.
—Sydonie Acheron —dijo su madre con la voz que reservaba para cuando estaba enojada o parecía que invocaría a un demonio—. Estás en serios problemas, jovencita.
Un escalofrío recorrió el cuerpo de Sydonie.
—¿Puedo decir algo antes de que me regañes?
—¡No! —exclamó Erin con firmeza—. Te advertí que no te acercaras a La Muerte, pero hiciste un trato sin dudarlo. ¿No te das cuenta de lo que has hecho? ¡Estás trabajando con La Muerte!
Sydonie suspiró. No estaba segura de cómo su madre se había enterado del trato con Ronan, pero no le sorprendía. Quizás fuera por las tazas de té doradas que mostraban el pasado o futuro, o su agudo instinto maternal, pero siempre se enteraba de todo.
—Pero, mamá, no es tan dramático como suena —replicó Sydonie—. Ronan no se llevará mi alma ni nada por el estilo. Estaré bien.
—¿Ronan? ¿Quién es Ronan?
—Mi grim reaper.
—¿Tu grim reaper?
—Sí.
—¡Sydonie! ¿Has enloquecido? —espetó su madre—. Ese grim reaper es una manifestación de La Muerte, no una persona. No puedes encariñarte con él.
—Pero te equivocas. Ronan es una persona cuando tiene forma humana. Tiene un nombre, siente emociones y le estoy enseñando sobre la vida.
—¿Tú qué?
—Le doy lecciones de humanidad. Ese es el trato. Él tiene que aprender a ser más humano, para ser más empático con las almas que guía. Decidimos ayudar a las almas de la tienda a cumplir sus últimos deseos. Y así ya hemos ayudado a tres que han podido abandonar la tienda. Es un plan perfecto.
—No me gusta esto, Sydonie. Es peligroso. No deberías relacionarte con un grim reaper. Hay fuerzas misteriosas en este mundo con las que los humanos no deben tratar. Hay reglas que respetar.
—Pero las reglas también pueden romperse. Si no, ¿por qué tendría la capacidad de ver a los grim reapers aun sin una cita con La Muerte?
—Eso no te da el derecho de desafiar las leyes naturales de la vida.
—Solo estoy tratando de ayudar a quien lo necesita. No es mi responsabilidad ser especial ni tener estas habilidades, pero siento que es mi responsabilidad ayudar a quienes pueda con los dones que recibimos. Es lo que el abuelo o papá harían. Ellos entenderían porque también tenían habilidades como las mías.
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Manual contra amores inmortales [TERMINADA]
Romance¿Quién dijo que el amor y la muerte no pueden ser divertidos? Bienvenidos a la tienda de antigüedades de Sydonie Acheron, un lugar mágico donde los objetos esconden un alma... o dos. Allí, su vida dará un giro inesperado cuando Ronan, un gruñón grim...