Capitulo XIV

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Narra Issac:

Me desperté abruptamente, había un terremoto en el laberinto.

Me giré hacia mi lado izquierdo, donde estaba durmiendo mi hermano - ¡Nico! ¡Despierta! - Grité, él se despertó con lentitud, gracias a que estaba medio dormido, pero cuando abrió los ojos entendió la situación y empezó a agarrar sus cosas con rapidez.

Me voltee hacia Percy, quién dormía a mi lado derecho, y empecé a sacudirlo de los hombros con fuerza, hasta que despertó.

- ¡Tyson! ¡Tyson corre peligro! - Gritó él apenas despertó - ¡Debemos ayudarle!

No sabia de quién estaba hablando - Primero escúchame - Repliqué intentando sonar tranquilo - ¡Hay un terremoto!

- ¡Rachel! ¡Annabeth! - Gritó Percy para que ambas chicas despertaran.

Automáticamente ellas abrieron los ojos, tomaron sus mochilas y los cinco comenzamos a correr.

Casi habíamos llegado al final del túnel cuando la columna más cercana se partió. Seguimos corriendo lo más rápido posible mientras un
miles de toneladas de mármol se desmoronaba a nuestras espaldas.

Llegamos al pasadizo y nos volteamos, cuando ya se desplomaban las demás columnas.
Una nube de polvo se nos vino encima y continuamos corriendo.

- ¿Sabes? - Dijo Annabeth - Empieza a gustarme este camino.

- ¿De qué estás hablando? - Pregunté, pero ella no respondió.

No había pasado mucho tiempo cuando divisamos luz al fondo: una iluminación eléctrica normal.

- Allí - Señaló Rachel.

La seguimos hasta un sector hecho de acero, había tubos fluorescentes en el techo.
Estuve tanto tiempo en la oscuridad del laberinto que me vi obligado a guiñar los ojos por la repentina luz eléctrica.

- Por aquí - Indicó Rachel - ¡Ya casi hemos llegado!

- ¡No puede ser! - Objetó Annabeth - El taller debería estar en la parte más antigua del laberinto. Esto no…

Se trabó, ya que habíamos llegado a una puerta de metal. Grabada en la superficie de acero, destacaba una gran A griega de color azul.

- O quizá si sea posible - Dijo Nico, con los labios ligeramente abiertos por la sorpresa.

- ¡Es aquí! - Anunció Rachel - El taller de Dédalo.

Me acerque por la curiosidad, toqué el símbolo y las puertas se abrieron con un chirrido.

- De poco nos ha servido la arquitectura antigua - Dije.

Finalmente entramos, lo primero que me impresionó fue la luz del día que entraba por unas enormes ventanas. El techo debía medir unos nueve metros de alto, lámparas industriales, suelos de piedra y bancos de trabajo junto a las ventanas. Una escalera de caracol conducía a un altillo. Había varios ordenadores portátiles por las mesas. En un estante se alineaba una hilera de jarras de un aceite verde, fuego griego. Y en una de las paredes habían colgado numerosas alas de bronce y de plata.

- ¡Dioses del cielo! - Musitó Annabeth. Corrió hacia una de las máquinas que habían allí y examinó el esquema - Es un genio. ¡Mira las curvas de este edificio!

- Y un artista - Dijo Rachel, maravillada - ¡Esas alas son increíbles!

Observé las alas con atención, las plumas estaban entrelazadas estrechamente, tenían tiras autoadhesivas que seguían los bordes, eran similares a las del mito, pero actualizadas.

A Blurred Story [Percy Jackson]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora