A Blurred Story [Percy Jackson]

Capítulo VI

Narra Issac:

Mire hacia el interior. Había unos escalones que bajaban hasta que ya no podías ver absolutamente nada debido a la oscuridad. Olía a moho y a muertos, un olor que por alguna razón se me hacia familiar.

- Debo reunir a los espíritus de la naturaleza - Dijo Grover - Quizá podamos echar una mano. ¡Miraré si podemos localizar a ese Morfeo!

- Será mejor que llames a Enebro para decirle que estás bien - Le aconsejo Percy.

Abrió los ojos como platos - ¡Enebro! Ay, me va a matar - Echó a correr, retrocedió y le dio otro abrazo - ¡Ve con cuidado ahí abajo! ¡Y regresa vivo! - Luego se volteó a verme y sonrió - ¡Tú también, Issac! Vuelve sano y salvo.

Le sonreí y asentí como respuesta. Cuando lo perdimos de vista, Nico y Percy despertaron a la Señorita O'Leary de su siesta. Se removió al olfatear el túnel y enseguida abrió la marcha por las escaleras.

- ¿Listos? - Preguntó Nico - Todo irá bien, no se preocupen.

- Okey - Contesté determinado, para luego comenzar a bajar aquellas escaleras.

~•~

Las escaleras parecían ser interminables y estrechas, habia insectos por doquier. Además, todo estaba muy oscuro. Me encontraba intranquilo, eran demasiadas las arañas que habian pasado a mí lado y la oscuridad no ayudaba a mejorar el ambiente.

- Percy... - Murmuré para llamar su atención, se volvió a darme una calida sonrisa y me tomo la mano.

- Tranquilo, sunshine. Estaremos bien, pronto saldremos de aquí y podremos ver mejor

- Esta bien... Confío en ti - Conteste.

Después de unas horas, empecé a oír el sonido de un río cercano. Emergimos al pie de un risco que se abría a una llanura de arena volcánica. A nuestra derecha, el río Estigio se lanzaba por una cascada llena de rápidos.

Aún cuando salimos de esa escalinata, no pude soltar la mano del hijo de Poseidon. Me transmitía seguridad.

- Bueno, Nico, ¿cómo seguimos? - Preguntó Percy.

- Primero tenemos que cruzar las puertas - Respondió él.

- ¿De qué estas hablando? - Le dije - El rio Estigio está allí.

- Necesito una cosa - Murmuró - Es la única manera - Y echó a andar sin más.

- ¡Nico! - Grité a modo de reproche. Pero no pareció escucharme, o quizás me ignoró.

Cerbero, el perro guardián de Hades, surgió entre las sombras. Me sorprendió que, a diferencia de los famosos mitos, no hubiese querido atacarnos, sino que se acerco a jugar con la Señorita O'leary.

- Vamos - Dijo Nico.

Nos deslizamos entre los demonios de seguridad y entramos en los Campos de Asfódelos. Caminamos a través de unos campos negros de hierba. Nico iba delante, avanzando con dificultad y llevándonos cada vez más cerca del palacio de Hades.

- Eh, ya hemos cruzado las puertas. ¿Dónde estamos…?

- Nico, ¿Hacia donde estamos yendo? - Pregunté, pero no me respondió.

Una sombra apareció por encima de nuestras cabezas: una cosa oscura, fría y con un olor desagradable, que descendió en picada. Tenía la cara marchita y llevaba un gorro azul y un vestido de terciopelo arrugado. De la espalda le salían unas correosas alas de murciélago. Sus pies acababan en garras afiladas, y en las zarpas metálicas de las manos sostenía un látigo y un bolso de cachemir.