Capítulo V

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Narra Percy:

- ¡Por el otro lado! - Dije.

Salimos disparados. Esta vez, Briares nos siguió sin dudarlo.

A nuestra espalda oí el batir de las enormes alas de Campe al elevarse por los aires. Silbaba y gruñía en su lengua arcaica y no me hacía falta traductor para comprender que quería matarnos.

Bajamos corriendo las escaleras, cruzamos un pasadizo y dejamos atrás un puesto de guardia para desembocar en otro bloque de celdas.

- A la izquierda - Dijo Annabeth - Aún me acuerdo de la visita.

Salimos a toda velocidad y fuimos a dar al patio delantero de la prisión, que estaba cerca de lastorres de vigilancia y una valla de alambre. Después de tanto tiempo encerrado, la luz del sol casi me cegó. Había un montón de turistas circulando de un lado para otro y sacando fotos.

Al sur destellaba la ciudad de San Francisco, blanca, soleada y hermosa. Pero hacia el
norte, sobre el monte Tamalpais, se arremolinaban grandes nubes cargadas de tormenta. En cuya cima, seguía atrapado Atlas y donde se estaba levantando de nuevo el palacio titánico del monte Othrys.

Resultaba difícil creer que los turistas no percibieran la tormenta sobrenatural que se avecinaba, pero lo cierto es que no daban muestras de sentir nada.

- Está mucho peor - Dijo Annabeth, escrutando el cielo hacia el norte - Las tormentas han sido
tremendas durante todo el año, pero esto…

- Sigan - Ordenó Briares - ¡Aún nos persigue!

Corrimos hacia el otro extremo del patio, lo más lejos posible del bloque de celdas.

- Campe es demasiado grande para cruzar esas puertas - Dije con optimismo.

Entonces explotó el muro. Los turistas se pusieron a dar gritos cuando el monstruo surgió entre el polvo y los escombros con sus
alas desplegadas, que abarcaban casi todo el patio.

En sus brazos sostenía dos espadas de bronce que destellaban con un raro fulgor verdoso y soltaban cenizas de vapor hirviente.

- ¡Veneno! - Exclamó Grover - No dejen que los toquen esas cosas o…

- ¿Moriremos? - Adiviné.

- Después de... desmenuzarte y hacerte polvo lentamente, sí - Contesto el sátiro, nervioso.

- Mejor evitemos esas espadas - Decidí.

- ¡Briares, lucha! - Grito Tyson - ¡Recupera tu tamaño real!

Pero el centimano más bien parecía querer encogerse y volverse más pequeño. Ahora tenía puesta su cara de pavor total.

Campe se abalanzó hacia nosotros. Sus alas de dragón azotaban el aire con estruendo y centenares de serpientes se retorcían alrededor de su cuerpo.

Durante un segundo pensé en sacar mi espada para plantarle cara. Sólo un segundo: luego se
me formó un nudo en la garganta. Entonces Annabeth gritó justamente lo que yo estaba pensando: - ¡Corramos!

Ahí concluyó la discusión, no había forma de combatir con aquella cosa. Cruzamos el patio de la prisión a toda velocidad y salimos por las puertas con el monstruo pegado a nuestras espaldas.

Los mortales gritaban y corrían enloquecidos. Las sirenas de emergencia empezaron a aullar.
Llegamos al muelle justo cuando un barco turístico dejaba a un grupo de pasajeros en tierra. No sé qué verían a través de la Niebla, pero no debía de ser agradable.

- ¿El barco? - Preguntó Grover.

- Demasiado lento - Dijo Tyson - Volvamos otra vez al laberinto. Es nuestra única oportunidad.

A Blurred Story [Percy Jackson]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora