En los pasillos de la Universidad de Willowbrook, la estricta profesora Amelia Smith es conocida por su rigidez y su intransigencia. Soltera y solitaria, nadie parece conocer la historia detrás de su fachada de hielo.
La joven universitaria, Isabel...
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Lunes 25 de Junio de 2024
Narrado por Amelia:
Me encontraba en la cocina de mi casa viendo la cara pálida de Isabel al ver el video que le mostré de ella besándose con Debbie en la fiesta que estaba ayer. Sentía dolor y molestia en ambas formas, no la podía ni mirar a los ojos, odiaba mirarar su expresión de que no hizo nada.
—¿No vas a decir nada? —le preguntó limpiando las lágrimas que corrían por mis mejillas.
—Eso... no es lo que parece —tartamudea.
—Claro —respondo empujándola para que se quite del camino y salir de la cocina al no poder verle más la cara.
—Espera, déjame explicarte —me pide tomando mi mano antes de que suba las escaleras.
—¡Suéltame! —le grito —¿Que vas a decirme? ¡Que te besaste con ella por error! —le grito con dolor.
—¿Me vas a dejar hablar? —pregunta intentando acercarse a mi pero me alejo.
—Yo no soy tonta, Isabel, sé bien que tú y esa chica se traían algo y con esto lo acabo de confirmar.
—Nada de lo que estas pensando es real, yo jamás te traicionaría —dice con voz suave tomando mi mano.
—¡No me toques! —exclamó alejándome.
—Te estoy diciendo la verdad. Debbie me ofreció una pastilla de extasis y la rechacé así que ella colocó la pastilla en su lengua y me besó para de esa manera pasarme la pastilla y aunque no se ve en el video yo si la aleje y le reclame por eso.
—¿Me tomas por tonta? —le preguntó, sintiendo cómo la furia me consume —Eso es una excusa patética, Isabel.
Isabel abre la boca para replicar, pero levanto la mano, cortándola.
—¡No quiero escuchar nada más! —le espeto, mirándola con desprecio —Siempre tienes una justificación, siempre una excusa. ¿Qué sigue? ¿Que fue un accidente?
Ella intenta hablar de nuevo, pero la interrumpo antes de que pueda decir una palabra.
—¡Si de verdad te importara nuestra relación, la hubieras alejado en primer lugar, pero lo que hiciste fue corresponderle el beso!
Isabel parece encogerse ante mis palabras, su rostro refleja vergüenza y desesperación. Da un paso hacia la puerta, como si quisiera huir de la situación.
—¡No te atrevas a irte! —le ordeno con una voz firme, al ver sus intenciones —¡Ven aquí y siéntate!
—Pero Amelia... —intenta protestar.
—¡He dicho que te sientes! —le grito, sintiendo que el enojo me consume.
Isabel no lo duda ni por un momento y obedece sentándose en el escalón de la escalera, con la cabeza baja y una mano en su cabello.
