Sábado 7 de Julio de 2026.
Narrado por Amelia:
Me encontraba en el hospital preparándome para mi segunda cirugía del día. Solo tenía programadas tres cirugías, y estaba ansiosa por terminarlas para poder salir un poco antes. Era sábado, y aunque en mi vida los días se mezclaban y el concepto de fin de semana había dejado de existir hacía años, pero hoy quería tener tiempo para organizar una cena en mi casa e invitar a Isabel. Llevaba postergando nuestra incómoda pero necesaria conversación desde hace semanas pero hoy me decidí a hablar con ella.
Al mirar mi agenda para confirmar los detalles del paciente, mientras mis pensamientos siguen volando.
Habían pasado casi cuatro semanas desde que comenzamos a trabajar juntas, y aunque no había sido sencillo, habíamos logrado mantener una distancia profesional, sin mencionar el pasado.
Suspiro y me pongo la bata quirúrgica, tratando de concentrarme en el procedimiento. La cirugía era delicada, pero no extremadamente complicada. Sabía que Isabel estaría en la sala de operaciones, observando y asistiendo como parte de su residencia. Desde que llegó, me había acostumbrado a su presencia, pero eso no hacía más fácil retener todos los nervios que me causaba.
Entro en el quirófano. Los demás ya estan listos, y al alzar la vista, la veo ahí, del otro lado de la mesa, enfocada en los instrumentos. Aunque nuestros ojos se cruzan por un breve segundo, ambas volvemos a centrarnos en nuestros roles sin decir una palabra.
La operación comienza. Me pierdo en el trabajo, el ruido de los monitores, las órdenes que doy a mi equipo, los movimientos de mis manos. Durante esos momentos, podía olvidar quién era ella, y solo éramos dos médicas en una sala de operaciones. Pero era un alivio temporal.
Unas cuantas horas después me encontraba cambiándome en el vestuario, el silencio solo roto por el ruido del agua en las duchas cercanas y el parpadear constante de las luces. Había terminado mis cirugías y estaba a tiempo de regresar a casa preparar la cena y prepararme yo. Respiro profundamente, sabiendo lo que venía. Tengo que hablar con Isabel, y la sola idea me eriza la piel. No sera fácil invitarla a cenar, a sentarnos frente a frente y remover heridas que nunca se habían curado del todo. Pero no podía seguir pretendiendo que trabajaríamos en paz si no abordábamos lo que nos separaba.
Miro el reloj. Las siete. No podía permitirme perder más tiempo. Salgo del vestuario y me dirijo hacia recepción para preguntar por Isabel.
—Oye John, ¿has visto a La Doctora Aird? —le preguntó al verlo saliendo del hospital.
—Si, hace menos de cinco minutos se fue —responde deteniéndose.
—Gracias John —le digo con una sonrisa.
El asiente y rápidamente me dirijo al estacionamiento. Subo a mi auto y conduzco hacia la salida, todavía pensando en cómo abordar la conversación que llevo semanas evitando. Mientras manejo entre las calles cercanas al hospital, la veo. Isabel camina sola por la acera, su postura rígida y su paso rápido.
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Cumpliendo sus fantasías
Roman d'amourEn los pasillos de la Universidad de Willowbrook, la estricta profesora Amelia Smith es conocida por su rigidez y su intransigencia. Soltera y solitaria, nadie parece conocer la historia detrás de su fachada de hielo. La joven universitaria, Isabel...