Capituló 3

27.1K 1.5K 450
                                    

Domingo 11 de junio de 2023

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Domingo 11 de junio de 2023

Narrado por Isabel.

Me encontraba en el jardín trasero de mi casa, disfrutando de la tarde soleada, mientras Max, corría y jugaba con frenesí por el patio. Sus ojos brillaban de emoción mientras me miraba con la pelota en la boca.

—¿Quieres jugar a la pelota? —le pregunté con cariño, notando su entusiasmo. Aprovechando la ocasión, decido que seria divertido unirme a su juego y lanzar la pelota por el aire.

Sin embargo, la emoción me juega una mala pasada, y lanzo la pelota con más fuerza de la necesaria. La veo elevarse en el aire y caer justo en el patio de Amelia. Mi corazón da un vuelco mientras observo la pelota rebotar en su impecable jardín.

Desde mi cerca, puedo ver la pelota, pero antes de entrar en el patio de Amelia, me asaltan las dudas. Se que puedo meterme en un problema por entrar a su jardín sin permiso. Sin embargo, mi deseo de recuperar la pelota es más fuerte.

Sin pensarlo mucho, decido saltar la cerca. Camino cautelosamente hacia la pelota y, justo cuando la voy a recoger, escucho pasos acercándose. Me volteo y me encuentro con Amelia de pie frente a mí.

Del susto suelto la pelota y retrocedo al verla tan cerca de mi, mis piernas impactan contra un bote de agua que esta detrás de mí y siento como caigo de nalgas sobre un pequeño huerto de flores. El agua salpica por todos lados, empapando mi ropa.

Al darme cuenta que acabo de destruir todas sus flores, la miro para verificar que tan molesta esta, y vaya que está molesta. Amelia me mira con molestia y sin pensarlo dos veces, y antes de que pueda reaccionar, toma una manguera de agua y me empapa por completo en represalia, ella pone la presión del agua directamente en mi rostro ahogándome.

El agua fría me recorre de pies a cabeza, dejándome atónita. En mi enojo, no pudo evitar reaccionar. Me levanto y le arrebato la manguera de las manos y le devuelvo el favor, empapándola por completo, mojando su perfecto cabello.

Amelia, visiblemente enfurecida, me agarra del brazo y me saca del jardín casi a patadas. El odio latía en mis venas, y me enfurezco más al ver que cierra el portón y no me entrega la pelota de Max que aún sigue en su patio.

—Tienes dos opciones —ella sale con la pelota de Max en su mano —Me compras mis flores y las cuidas hasta que estén crecidas, por haberlas destruidos o te denuncio por meterte a propiedad privada sin permiso a hacer destrozos. —Ella me dice con la seriedad que la caracteriza.

—Jodete —le digo intento arrebatarle la pelota pero ella no me lo permite.

Ella no dice más y simplemente regresa a su casa aún con la pelota.

—Dios... eres una maldita perra —digo en voz baja regresando a casa, para cambiarme.

Sigo empapada y furiosa mientras regreso a casa. Cambio de ropa y me doy una ducha para quitarme el agua y el barro de mi trasero. Mientras lo hago, pienso en si Amelia sería capaz de denunciarme por algo tan tonto. Esa mujer me hace hervir la sangre, siempre se comporta tan estricta y delicada, cuando la realidad es que solo es una reprimida y solitaria mujer que nadie quiere, ahora entiendo porque a su edad nunca se ha casado.

Cumpliendo sus fantasías Donde viven las historias. Descúbrelo ahora