Capituló 23

31.9K 1.7K 397
                                    

Sábado 27 de septiembre de 2023

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Sábado 27 de septiembre de 2023

Narrado por Isabel:

—Mira tu estado Isabel, estás desnutrida, delgada con ojeras y en un estado que como tú madre nunca te había visto, ¿que te sucede? —mi madre me pregunta preocupada.

Tenía bastante tiempo sin hablar con mi madre, no respondía sus llamadas ni mensajes no me sentía con ánimo para ello, pero mi madre, mi padre y mi hermana pequeña vinieron a mi casa sin avisar para ver si me encontraba bien.

Mi mirada se pierde en el suelo, incapaz de enfrentar la preocupación en los ojos de mi madre.

—¿Que pasa cariño? nos estás preocupando, somos tu familia siempre estaremos por ti —mi padre dice abrazándome.

Como les explico que estoy triste porque la mujer que mas amo no quiere estar conmigo, que no encuentro que hacer para que me perdone, que cada minuto sin ella me vuelve loca, como les explico que no puedo comer, no puedo dormir o concéntrame porque en lo único que puedo pensar es en ella, así que me lleno de tareas que mantengan mi mente ocupa para aliviar un poco mi sufrimiento.

—¿No vas a hablar? —mi madre pregunta al ver que he estado en silencio desde que llegaron.

—Estoy bien, solo me descuidé un poco por las tareas y el trabajo —respondo, sintiendo un nudo en mi garganta al aguantar las lágrimas.

—¿Un poco? ¿Te has visto al espejo acaso? Estas en los huesos y tu rostro solo refleja tristeza y agotamiento. Queremos ayudarte, pero necesitamos que nos digas que está pasando.

—No me pasa nada, estoy... como siempre —respondo sintiendo como mi voz se rompe con cada palabra que digo.

—¿Si no te pasa nada por que lloras? —mi madre pregunta tomando mis dos manos y mirándome a los ojos.

—Si me harán tantas preguntas les pediré amablemente que se vayan de mi casa, me agobian —le digo, haciendo que me suelte para dirigirme a mi habitación y encerrarme.

Al estar en la habitación me rompo en llanto cubriendo mi boca con una almohada para ahogar mis gritos. Paso unas cuantas horas encerrada hasta que decido salir. Cuando finalmente salgo de mi habitación, encuentro a mis padres y mi hermana sentados en la sala, esperándome con expresiones preocupadas en sus rostros.

—Isabel, ¿estás mejor? —pregunta mi madre con voz suave, acercándose para abrazarme.

Trago saliva, tratando de calmar mi corazón acelerado.

—Lo siento. No quería preocuparlos. Solo he estado un poco estresada últimamente por todas las clases y el trabajo. Pero prometo que me esforzaré por cuidar mejor de mí misma y priorizar mi salud —les digo, forzando una sonrisa para tranquilizarlos.

Cumpliendo sus fantasíasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora