Capítulo 28

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Domingo 25 de diciembre de 2023

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Domingo 25 de diciembre de 2023

Narrado por Alicia:

Me encontraba en casa de Amelia intentando que esta se cambiará por sí sola para que pudiera descansar más cómoda. Ella se encontraba en total estado de ebriedad, decía palabras sin coherencia y apenas podía mantenerse de pie. Al saber que ella sola no podrá cambiarse de ropa decido ayudarla.

Con manos temblorosas deslizó el cierre de su vestido notando la constelación de lunares que adornan su espalda y hombro, dejo de prestarle atención a eso y la ayudó a quitarse el vestido haciéndola quedar solo en un conjunto de ropa interior negro, suspiro y tomo un pijama de su closet y la ayudó a ponérselo rápidamente.

—Acuéstate aquí, trataré de prepararte un té —le digo ayudándola a recostarse en la cama.

—Gracias —murmura con voz entrecortada mientras se deja caer sobre las almohadas.

Me doy la vuelta para dirigirme a la cocina, pero antes de que de un paso siento una mano agarrar la mía. Me giro y veo a Amelia, con los ojos entreabiertos y una sonrisa torcida en el rostro.

—¿Te vas? —murmura, con la voz arrastrada por el alcohol.

—No, Amelia, solo iré a prepararte un té a la cocina ¿pasa algo? —preguntó, preocupada.

—Quiero un beso tuyo —dice, tirando de mi mano para acercarme a ella.

Nuestros labios quedan a escasos milímetros de tocarse, pero al escucharla llamarme por el nombre de Isabel, me detengo en seco y me aparto.

—Amelia, estás borracha. Necesitas descansar —le digo con suavidad, tratando de calmarla.

—Pero quiero un beso tuyo, amor... —insiste, intentando jalarme hacia ella.

—No, no soy Isabel —me limito a contestar.

Ella frunce el ceño, confundida, y luego cierra los ojos. Suspiro y salgo de la habitación para prepararle el té. Mientras preparo el té trato de pensar en otra cosa que no sea en Amelia. Odio el hecho de estarme enamorando de ella aún sabiendo que nunca seré correspondida. Es evidente que el alcohol ha nublado su juicio y por eso me confunde con Isabel.

Dejó esos pensamientos atrás y terminó de preparar el té volviendo a la habitación, encontrándola dormida. La cubro con una manta y me aseguro de que esté bien, luego bajo al primer piso y busco en el cuarto de lavado una manta para acostarme en el sofá de su sala, la cuidaré aunque sea de lejos.

Durante todo el resto de la noche me aseguro de que esté bien, yendo de vez en cuando a su habitación para saber su estado. En un momento ella se despierta y la ayudó a tomar el té mientras le hablo en voz baja para tranquilizarla. A medida que pasa la noche, veo lo frágil que puede llegar a ser Amelia, incluso cuando está bajo los efectos del alcohol. Prometo estar allí para ella cada vez que lo necesite, aunque sea como una amiga. Cuando amanece y veo que Amelia finalmente duerme tranquila, me permito cerrar los ojos y descansar un poco también.

Cumpliendo sus fantasíasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora