Martes 6 de octubre de 2026.
Narrado por Amelia:
Me encontraba sentada en el jardín de mi casa junto a Isabel y nuestros animales. Aún seguía distante con ella, estaba consciente de que pedirle que no asista a esa cena sería muy descabellado de mi parte y no tenía intención de hacerle pasar por una situación incómoda o controladora. Sin embargo, la incomodidad seguía instalada entre nosotras.
Mientras acariciaba a Roz, escucho a Isabel levantar el teléfono. Desde la primera palabra, reconozco las voces de sus padres. La saludan brevemente antes de que su madre comience a hablar.
—Querida, tu papá y yo estamos pensando en ir a visitarte la próxima semana —dice su madre —y queremos llevarnos a Max. Sabemos que debe estar estresado estando encerrado todo el día en tu departamento.
Veo como Isabel tensa los hombros, y Max, como si sintiera la tensión de su dueña, levanta las orejas. Isabel tarda solo un segundo en responder, su tono firme y decidido.
—No, mamá. Max ya se quedara conmigo, les agradezco por cuidarlo el tiempo que yo no pude.
La voz de su padre resuena del otro lado de la línea.
—Pero, Isabel, un perro necesita espacio, necesita correr y estar al aire libre. No es sano para él estar encerrado en un departamento pequeño en la ciudad.
Antes de que Isabel pueda responder, su madre interviene.
—Cariño, solo pensamos en lo mejor para Max. Además, no podemos dejar que lo tengas todo el tiempo allí, ¿qué tal si te encargas de tu trabajo y nosotros de Max?
Siento cómo la frustración de Isabel va creciendo, y antes de que pueda contenerse, levanta la voz, sin ocultar su exasperación.
—Max no está estresado, y tampoco está encerrado en ningún departamento pequeño. Ya no vivo sola, ya no estoy en ese departamento.
Hay un breve silencio al otro lado de la línea, y en ese momento, siento la tensión de Isabel como si fuera mía. Sus padres parecen procesar lentamente lo que ha dicho, y su madre es la primera en hablar de nuevo.
—¿Qué quieres decir con eso, Isabel? ¿Dónde estás viviendo?
Isabel respira hondo, y con voz clara y sin titubeos, finalmente dice:
—Volví con Amelia. Estamos viviendo juntas ahora.
Mi corazón se acelera al escucharla, soy consciente de que sus padres ahora me detestan y que esa revelación seguramente hará que me odien más. Me había mentalizado para aceptar la desaprobación de su familia hacia nuestra relación, pero escuchar a Isabel afirmarlo así, sin rodeos, me hace sentir bien y preocupada a la vez.
La línea permanece en silencio por un par de segundos hasta que la voz de su madre, más fría que antes, rompe la tensión.
—¿Y crees que eso es lo mejor, Isabel? —dice con un tono de decepción apenas disimulado —Nos preocupa que vuelvas a tropezar con la misma piedra. Tienes tantas oportunidades allá en Arizona...
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Cumpliendo sus fantasías
Roman d'amourEn los pasillos de la Universidad de Willowbrook, la estricta profesora Amelia Smith es conocida por su rigidez y su intransigencia. Soltera y solitaria, nadie parece conocer la historia detrás de su fachada de hielo. La joven universitaria, Isabel...