En los pasillos de la Universidad de Willowbrook, la estricta profesora Amelia Smith es conocida por su rigidez y su intransigencia. Soltera y solitaria, nadie parece conocer la historia detrás de su fachada de hielo.
La joven universitaria, Isabel...
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Lunes 6 de julio de 2026.
Narrado por Isabel:
Me encontraba revisando mi ordenador para ver los resultados de emparejamiento para la residencia. El brillo de la pantalla me resultaba cegador en la oscuridad de mi habitación, pero no quería moverme.
Isabel Aird - Arizona. Phoenix.
Frunzo el ceño al leer la pantalla otra vez: *Isabel Aird - Arizona. Phoenix.* No, esto no podía ser real. Cuando hice la entrevista, fui clara: quería quedarme en Nueva York o, si no era posible, al menos en Chicago. Pero Arizona... no lo había considerado una opción real. Nunca había visitado ese estado, y no tenía familia ni amigos allá. Me sentía completamente fuera de lugar.
Suspiro, tomo mi celular con las manos temblorosas. Marco el número del comité de emparejamiento y espero a que alguien responda. Mientras tanto, mil pensamientos cruzan mi mente. Tiene que haber un error, algo que puedan hacer para corregirlo.
—Comité de emparejamiento de residencias, ¿en qué puedo ayudarle? —contesta una voz femenina.
—Hola, soy Isabel Aird. Acabo de recibir mi emparejamiento y... hay un problema. Me han asignado al hospital en Phoenix, Arizona, pero yo especifiqué que prefería quedarme en Nueva York o Chicago. Es muy lejos, y no tengo conexiones allá. ¿Podrían revisar mi solicitud? —Intento sonar calmada, aunque la frustración empieza a filtrarse en mi voz.
Escucho el teclado al otro lado de la línea, y asumo que la mujer está revisando mi expediente.
—Entiendo, señorita Aird. Veo aquí que su solicitud fue procesada correctamente, pero el emparejamiento depende también de las necesidades de los hospitales y las plazas disponibles. Nueva York y Chicago tienen muchas solicitantes este año, y Phoenix tiene un gran programa con excelentes oportunidades para su especialización. No puedo hacer ningún cambio en este momento.
—¿No hay ninguna posibilidad de que me reasignen? De verdad, no me veo en Arizona... —insisto, sintiendo cómo mi estómago se hunde.
—Lamentablemente, no. Los emparejamientos son definitivos una vez anunciados. Lo único que podría hacer es renunciar a la plaza, pero eso significaría empezar el proceso nuevamente y perder este año de residencia.
Cierro los ojos, frustrada. Arizona o nada. Mi cabeza da vueltas. No puedo permitirme perder un año de residencia, no después de todo lo que había pasado para llegar hasta aquí.
—Entiendo. Gracias por la información —digo, sintiéndome derrotada.
Cuelgo el teléfono, sentándome en el borde de la cama. Arizona. Phoenix. No hay lugar para dudas, viajaré mañana a primera hora.
Más tarde, me encuentro haciendo una videollamada con mis padres, explicándoles hasta dónde tendré que viajar. Como lo imaginé, ellos se oponen.
—¡Arizona! —exclama mi madre, su expresión de sorpresa reflejada en la pantalla —¿Por qué te mandaron tan lejos, Isabel? Tú pesiste Nueva York o Chicago, eso no tiene sentido.