Capítulo 19

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Por los siguientes cuatro días, ni los padres de Rebecca, ni Heidy, fueron a visitarla; ella supuso que su madre continuaba afectada de salud, solo esperaba que no hubiese empeorado. Le extrañó la larga ausencia de su padre. En cuanto a su novia, supuso que le habían dado ese otro caso y que por eso disponía de menos tiempo. A todos los extrañaba, en especial a Heidy. Eran años viviendo a su lado, viéndola a diario; extrañaba su calor, sus besos. La extrañaba y en ciertos momentos, le molestaba que no sacara tiempo para ir a verla, pero luego recapacitaba y pensaba que afuera la vida continuaba. Entonces tomaba ese sentimiento de extrañeza y se lo guardaba, no era justo enojarse por seguir adelante. Además, estaba segura de que Heidy la llevaba en sus pensamientos. Después de todo, la situación también era difícil para ella.

Lo que consolaba su soledad era la presencia de Freen , quien en esos días almorzó en su habitación. Rebecca agradecía y disfrutaba de su compañía. Al igual que el primer día, la fisioterapeuta quitó sus adoradas canciones de rock para poner las suyas, que eran todas empalagosas, tanto, que podrían causarle un coma diabético a cualquiera por el derroche de dulzura.

—¿Qué te parece si escuchamos la mejor canción de Franco de Vita? — ofreció mientras revisaba su teléfono en busca de una buena canción para acompañar su almuerzo—. Esta sí tienes que conocerla.

No, no, no, no —de poder hacerlo, Rebecca se hubiese levantado de la cama y desaparecía de allí.

—Es un clásico venezolano —dijo y pulsó el botón de reproducción.

De inmediato la voz de Franco de Vita se oyó y las suaves notas de "No hay cielo".

De acuerdo, esa es una buena canción, pero para una generación que no es la mía. Y creo que tampoco la tuya, por lo que creo que tienes un alma bastante vieja —se burló.

Freen le sonrió y le guiñó un ojo, mientras destapaba el contenedor de comida; tomó un poco de arroz con el tenedor.

Así había sido cada día, discutían sin discutir sobre las canciones que la fisioterapeuta elegía y luego ella le hablaba de una cosa y otra. Se adivinaba una buena conversadora y lo que más le impresionaba a Rebecca era que parecía saber un poco de todo. En definitiva, Freen era una persona inteligente, además de una profesional dedicada a su trabajo y a sus pacientes.

Una de las cosas por las que Rebecca sentía curiosidad era por la novia de Freen que Rosales mencionó cuando habló de la pareja de su hermana. Ella en una ocasión, mientras abría el contenedor de comida, dijo:

—Veamos qué me preparó mi chica.

Pero a aparte de eso, no había dicho nada más acerca de la mujer que suponía, debía querer. Cuando se quedaba sola, luego que Freen terminaba con las terapias, Rebecca pensaba en eso. Ella era una mujer bastante atractiva, por no decir atractiva y sexy; esa ternura con la que sonreía y la manera en que guiñaba el ojo debía enloquecer a las féminas. Y dejaba aparte que tenía ese estilo andrógino que le atraía tanto. La novia de su fisioterapeuta de seguro era hermosa, o al menos linda. Mientras especulaba acerca de ello, también intentaba adivinar el tipo de mujer que le atraía;

¿serían las rubias? ¿Las morenas? ¿Y por qué pensaba en eso? La vida de Freen no es que le interesara. O no debía importarle, solo que hiciera un buen trabajo manteniendo su estado físico en condiciones para cuando despertara.

Suaves toques del alma (Freenbecky)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora