Suaves toques del alma (Freenbecky)

Capítulo 37

Una hora después, Freen se había ido y el último de los vecinos se despedía de sus padres; Richard lo acompañó afuera.

Nung regresó de la cocina y se acercó a su hija. Ambas se sonrieron.

—Te llevaré a tu habitación.

—Gracias.

Su madre empujó la silla.

—Espero que te guste —dijo—. Sabes que la mantuvimos igual que cuando te mudaste, pero creímos que serían necesario algunos ajustes para darte espacio.

—Nunca imaginé que volvería a mi viejo dormitorio.

—No pienses en eso, cariño

Nung se adelantó para abrir la puerta, luego regresó y se adentraron en el lugar. Rebecca se quedó mirando todo en silencio.

—Gracias, mamá.

Su madre se situó delante de ella. Se estrujaba las manos con nerviosismo.

—Heidy... Heidy trajo tus pertenencias la noche que habló con... tu padre —explicó mientras miraba algunas de esas cosas—. Pensamos que... las querrías.

Rebecca había notado de inmediato la lámpara y el cofre encima de la mesa de noche; ambas cosas las compró junto a Heidy. Sin embargo, lo que más le sorprendió fue ver aquel libro, Doce meses también ahí. Lo había olvidado por completo.

—Está bien. No... No sé si las quiero aquí —dijo refriéndose a la lámpara y al cofre—. Lo decidiré después.

—De acuerdo, mi amor. Sacamos la cómoda porque Freen nos explicó que...

—¿Freen ? —la interrumpió.

Nung la miró con el entrecejo fruncido.

—Sí. Le pedimos consejos sobre... el espacio que necesitabas —le explicó.

—¿Freen estuvo aquí? ¿En esta habitación?

—Sí. ¿Por qué? ¿Cometimos un error?

Rebecca no respondió, en su lugar, miró a su alrededor. Imaginó a Freen ahí, en ese espacio que fue tan suyo mientras crecía y se hacía adolescente. Sintió como si hubiese tocado una parte de su vida. Fue extraño.

—No —respondió al fin—, es solo que no sabía...

—Ella es muy amable. Nos indicó que necesitarías espacio.

—¿Todo bien aquí? —la voz de Richard irrumpió en el lugar. Ambas se sobresaltaron. Nung se llevó la mano al pecho.