Capitulo 5

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Heidy llevaba entre sus manos la de Rebecca, ni siquiera escuchaba el informe que transmitía el paramédico al hospital. Ella solo deseaba que esa locura terminara para ver ese verde que amaba como a nada en el mundo. Acercó la mano de su novia a su boca y le besó los nudillos.

—Por favor, despierta —susurró.

Rebecca permanecía inconsciente, no respondió a ninguno de los estímulos que utilizó el paramédico buscando una reacción de su organismo.

}—Llegaremos en cinco minutos —anunció el paramédico que conducía. Heidy apenas le prestó atención, solo miraba a su novia mientras en su interior se lamentaba por no haberla obligado a ir al hospital tras el incidente en el taxi. ¿Por qué no la obligó? Si algo le sucedía sería su culpa, se suponía que debía cuidarla, y no lo hizo. El que Rebecca estuviera inconsciente era su culpa. Nuevas lágrimas bañaron su rostro, aunque intentaba detenerlas. Pero nada podía, su dolor era demasiado intenso, desgarrador.

La ambulancia se detuvo frente a la entrada de emergencia del hospital; las puertas se abrieron y la camilla donde yacía la pelirroja fue extraída y empujada hacia dentro de la sala. Heidy la siguió mientras escuchaba el informe que el paramédico le daba al médico que la atendería.

—Ella es su novia —informó al fin, justo antes de cruzar las puertas de la Sala de Emergencia.

El hombre de bata blanca la miró, al igual que las dos enfermeras que rodeaban la camilla.

—Le informaremos de su estado en cuanto tengamos un diagnóstico. Si ella tiene familiares, le sugiero que los llame.

Ella asintió en respuesta mientras veía la camilla desaparecer dentro de la sala.

—Hay una Sala de Espera por allí —le informó la enfermera que se retrasó un poco.

—Gracias.

Heidy la vio desaparecer también tras las puertas. Allí se quedó no supo cuánto tiempo, hasta que se vio obligada a apartarse para darle paso a otra camilla que ingresaba al área de emergencia. Se dirigió a la Sala de

Espera y se sentó en la primera silla que halló vacía; su mente era una tormenta y su pecho lo oprimía un voraz vacío y un despiadado terror. ¿Qué haría si a Rebecca le sucedía algo? Cerró los ojos con fuerza, se abrazó y empezó a mecerse. No quería pensar, ni imaginar. Solo deseaba que su novia despertara y juntas regresar al apartamento. De pronto recordó las palabras del médico, "si ella tiene familiares, le sugiero que los llame". En momento, no le prestó mucha atención, sin embargo, ahora lo entendía. Era su novia, su pareja, pero ese vínculo no era reconocido para proporcionarle información sobre el estado de Rebecca. ¿Cuándo cambiarían las cosas? Si su pareja fuera un hombre, entonces sería diferente.

Consideró esperar el diagnóstico, pero no sabía cuánto tardaría y tampoco si se lo informarían. Rebuscó su teléfono en el pequeño bolso que llevó consigo y buscó el contacto de la madre de su novia. Con los padres de Rebecca mantenía una relación cordial, aunque ellos no estaban del todo contentos, a pesar de que ya llevaban años juntas. En especial, Nung, su "suegra", que siempre soñó para su hija una boda con velo y corona; en cambio, tenía que conformarse con una nuera abogada, de pelo corto y algo irreverente al vestir.

Suaves toques del alma (Freenbecky)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora