Capítulo 52

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Las siguientes semanas fueron intensas y cargadas de renovadas fuerzas para Rebecca, porque en cada sesión, lograba estabilizar más sus pasos.

—Pronto ya no será necesario que uses el bastón —le dijo Freen en una oportunidad y ella supo que sería así.

Su marcha en los equipos que usaba para su rehabilitación locomotora, mejoraba cada día. Becky sentía que su cuerpo se fortalecía, en especial sus piernas. La fisioterapeuta aplicaba todas las técnicas de su especialidad dirigidas a su total recuperación física. Ambas se esforzaban durante las terapias y después, fuera del Centro, se daban todo el amor que sus corazones albergan por la otra.

Los momentos que pasaban juntas eran idílicos; hicieron suyos algunos sitios de la pequeña plaza en Bangkok, que visitaron varias veces; se convirtió en su lugar favorito. Y, por supuesto, Rebecca continuaba enloqueciendo con el chocolate caliente.

Los fines de semana, cuando becky se quedaba en el apartamento de Freen , sus cuerpos desnudos le daban razones a la noche para hacerse eterna; los besos tiernos y apasionados las envolvían en nebulosas que las conducían directo a una intensa explosión, convirtiendo a las estrellas en espectadoras silentes de lo que es el amor entre dos mujeres.

Rebecca tenía la cabeza apoyada en el pecho de Freen ; escuchaba su corazón latir un tanto agitado tras la entrega. Su movilidad había mejorado bastante, por eso se encontraba casi abrazada a ella, con la mitad de su cuerpo sobre el suyo. Tenía la pierna derecha entre sus muslos. Se deleitaba sintiendo la suave caricia de sus dedos en su cabeza.

—¿Puedo confesarte algo?

Freen frunció el entrecejo ante la pregunta.

—Por supuesto —respondió.

Rebecca se incorporó un poco; dejó la mano en el pecho de la fisioterapeuta y apoyó en ella la barbilla.

—Después que desperté... Que pude mover los ojos, cada vez que llegabas a mi habitación, sentía algo en el estómago.

La mujer de pelo corto metió el brazo derecho por debajo de su cabeza para levantarla y poder mirarla.

—¿Intentas decirme que ya sentías algo por mí en aquellos momentos?

—Creo que sí.

Se miraron en silencio durante unos segundos.

—Creo que yo también ya estaba prendada de ti en ese entonces.

—¿En serio?

Freen estiró el otro brazo y le acomodó un mechón detrás de la oreja.

—Mju.

—¿Cómo es eso posible? Quiero decir, me hablabas, llegué a conocerte, pero tú a mí no.

Suaves toques del alma (Freenbecky)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora