Capítulo 15

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Al día siguiente, sus padres llegaron temprano; tal como le dijo Heidy, pasarían el día con ella. Ambos la saludaron con el cariño de siempre. Nung fue la primera en notar el libro Doce meses sobre la mesita.

—Oh, mira, debió traérselo Heidy —comentó mientras lo tomaba entre sus manos.

Sí. Lo compré hace como un par de meses y por fin llegó.

—Es probable que se lo esté leyendo. Sabes cómo es Becky con la lectura

—dijo Richard.

¿Cómo soy? ¿Qué quieres decir?

—Sí, lo sé. ¿Crees que debamos leérselo? —cuestionó Nung mientras abría el libro.

No, mamá. Heidy quiere ser quien me lo lea. Además, no creo que te sientas cómoda con la historia. Es de chica con chica, ¿sabes?

—Tal vez es algo que quiera hacer Heidy —intervino Richard de nuevo.

Exacto, escucha a papá, por favor.

—Pero podemos hacerlo también.

Mamá, no insistas.

—Si se lo está leyendo, no sabes dónde lo dejó.

Nung no dijo nada porque leía el argumento. De improviso cerró el libro y lo dejó sobre la mesita.

—Es mejor que se lo lea ella —señaló algo alterada. Rebecca rio.

Te lo dije, no ibas a estar cómoda con el tema —su madre respetaba su orientación sexual, sin embargo, no estaba del todo de acuerdo. El tema la ponía nerviosa.

Richard la miró con una ceja arqueada.

—¿Qué pasa?

—Nada. Es solo que si Heidy se lo está leyendo, hay que dejarla.

Buena excusa, mamá.

Su esposo no quedó convencido con la explicación, así que cuando Nung se alejó de la mesita, él se acercó y le echó una ojeada al libro. Sonrió con discreción.

—Tu madre todavía se pone nerviosa —le susurró a Rebecca con complicidad.

Ella rio.

Sí.

Como siempre que se encontraban allí, Nung y Richard conversaban entre sí de todo un poco. A veces se perdían en sus recuerdos de la niñez de Rebecca, y ella los escuchaba y reía o comentaba algo al respecto. Las horas que pasaba acompañada por sus padres o Heidy se le iban como agua entre los dedos. Cuando se iban y se quedaba sola, el silencio era ensordecedor y en su mente luchaba por no desesperarse. Cada vez que iban, su madre le mostraba las macetas. Las plantas estaban bien cuidadas, el verde de sus hojas lo reflejaban.

Suaves toques del alma (Freenbecky)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora