Capítulo 43

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Rebecca se sentía en una nube; era casi la medianoche y no lograba conciliar el sueño. Pero, ¿cómo hacerlo? Cada átomo de su cuerpo vibraba; ahí, tendida en su cama, en medio de la penumbra, sonreía. Es que no podía dejar de hacerlo. Desde el instante cuando sus labios tocaron los de Freen la envolvió una especie de aura mágica. Y tras ese beso vinieron más, porque pasaron tiempo tendidas en el sofá entre tiernos roces y variadas conversaciones. Luego de eso, ella la regresó a su casa y se despidieron con un beso.

Sabía que no iba a dormir, al menos no de inmediato, por lo que se incorporó con lentitud hasta recostar la espalda de la cabecera de la cama. Estiró el brazo y encendió la lámpara; tomó su teléfono de la mesa de noche. Entró a la aplicación de WhatsApp; había agregado a Freen a sus contactos, así que la buscó. Amplió su foto de perfil. Sintió un vuelco en el estómago al ver su sonrisa. Suspiró hondo. Le encantaba esa mujer y el que correspondiera a su atracción, era increíble.

Cuando decidió ir a su casa, en el fondo temió que Freen diera otra vez un paso atrás y le dijera que se ilusionó sola, pero no fue así. No lo fue y lo celebró besándola mucho; porque eso sí, la mujer besaba increíble. ¡YUJU! Vaya que si lo hacía. Sonrió y se mordió el labio inferior al recordar sus bocas unidas. Era delicioso.

Todo eso fue increíble, sin embargo, estaba el detalle de que ella era su paciente, por lo que debían ir con cuidado. Lo último que quería era causarle problemas, en especial después de todo lo que hizo por su recuperación. No, eso no sucedería; antes prefería parar hasta recuperarse del todo. Aunque pensarlo le causó desasosiego. Que tuviera que esperar por ella le causaba temor. Heidy no la esperó; y no es que la culpara, nadie hubiese aguardado por tanto tiempo, pero su partida le dejó una cicatriz en su vida que no sería fácil de borrar.

Heidy. ¿Qué sería de ella? Sus padres solo la mencionaron una vez, cuando su madre le dijo que trajo sus cosas a casa.

En ese momento no quería pensar en ella, solo en Freen ; la mujer que se mantuvo cerca todo el tiempo que pasó en cautiverio, la que la apoyó, cuidó y le ofreció su amistad.

—Y de la que me enamoré —susurró.

¡Dios mío! Estaba en pleno proceso de recuperación, ni de lejos pensaba en enamorarse, no obstante, ocurrió; así, como una lenta magia que se apodera del mundo y le devuelve los colores después de pasar tiempo solo con tonos grises.

Tenía dudas, y miedo, por supuesto. Todavía no sabía si la movilidad de su cuerpo volvería a ser igual que antes; aún tenía cierta dificultad para caminar, una escalera era difícil de subir. Descender de un auto, alcanzar objetos, sentarse, incluso desplazarse por la pantalla táctil de su teléfono era una ardua tarea. Faltaba mucho, pero tenía fe de que lo lograría. Sin embargo, médicamente, no era probable que se recupera del todo. Rebecca cabeceó. Había superado ya muchas cosas, así que estaba dispuesta a lograr unas cuantas más. Sonrió satisfecha con su pensamiento. De pronto, no supo por qué, recordó la segunda canción que Freen le puso cuando se encontraba en el Centro. Recordó su reto; recordó con detalles sus palabras de aquel momento.

Vamos a ver qué escuchamos... Tengo algo bueno aquí... ¿Sabes quién es?... Es hermosa, ¿no te parece?

Volvió a sonreír. Freen , desde el primer momento, actuó con un toque de travesura; era como una niña adulta. Intentó recordar la canción. Cerró los ojos, frunció el entrecejo mientras en su mente buscaba algo de la letra. Y tras un poco de esfuerzo, recordó una línea. Su boca volvió a curvarse.

Suaves toques del alma (Freenbecky)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora