Capitulo 4

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La habitación estaba en penumbras cuando Heidy despertó por el sonido que emitía la alarma de su teléfono. Se removió bajo las sábanas aún adormilada, se estiró un poco, alcanzó el dispositivo y acalló el molesto sonido. Un enorme bostezo la hizo despertar del todo; desperezó su cuerpo y gruñó de placer. Miró el lado derecho de la cama, Rebecca dormía; le extrañó que no se hubiese despertado con la alarma, pero, aun así, apartó las sábanas con cuidado y se levantó. Le dio otro vistazo antes de caminar hacia el baño. Su cuerpo medio desnudo, dormía en bóxer, se estremeció por el frío del aire acondicionado; se lavó los dientes y la cara sin prisa.

Al salir, notó que la pelirroja continuaba en la misma posición. Sonrió, a su novia siempre se les pegaban las sábanas.

—Oye, dormilona, ya es hora de levantarse —le dijo en voz alta y encendió la luz de la habitación, luego se distrajo buscando la toalla. Volvió a sonreír al ver que Rebecca seguía sin moverse—. Después no quiere andar corriendo —murmuró mientras entraba de nuevo en el baño.

Heidy pasó varios minutos duchándose. Salió del baño envuelta en la toalla. Fue cuando miró hacia la cama que su entrecejo se frunció. Su novia seguía en la misma posición, después de tanto ruido, eso era extraño. Se acercó a la cama y, por primera vez, desde que despertó tuvo una extraña sensación.

—¿Rebecca? —la llamó ya con el corazón acelerado. No hubo respuesta, ni siquiera un movimiento. Nada. Tragó saliva. En su mente todo era extraño, pero se concentró en mantener la calma. Estiró la mano y la tocó en el hombro—. Becky —no hubo respuesta. Esta vez le puso la mano en el hombro y la estremeció un poco—. ¡Rebecca! —nada—. Maldita sea, ¡Becky!

—la tomó por los brazos y la sacudió con ímpetu sin dejar de llamarla—. Rebecca, mi amor, despierta. ¿Qué pasa? Mi amor, ¿qué pasa?

Un poderoso nudo le atenazó la garganta y las lágrimas inundaron sus ojos. Retrocedió, petrificada. Se quedó mirando a Rebecca en la cama, por completo inconsciente. ¿Qué sucedía? Tenía que estar dormida. Sí, eso era, todavía dormía. Cerró los ojos con fuerza y se estrujó la cara. Cuando los abrió, allí seguía su novia, sin moverse, sin despertar. Negó con la cabeza, las lágrimas le bañaban el rostro y su corazón palpitaba enfurecido y atenazado por el miedo... Por el más profundo miedo. Sacudió la cabeza para salir de su trance; de pronto se movió, se acercó a la cama y la tocó.

La piel de Rebecca estaba caliente, eso era bueno. Luego palpó el pulso en su cuello, lo sintió fuerte y constate. ¿Qué demonios pasaba?

—Becky, despierta —volvió a estremecerla. Le abrió un ojo para examinarla; no era médico, pero sabía que podía darse una idea del estado de una persona así. La pupila se contrajo en cuanto le levantó el párpado. Tenía calor corporal y su pupila se contrajo, eso era bueno. Entonces, ¿qué estaba sucediendo?—. Rebecca, más vale que esto no sea una broma —dijo con la voz afectada por el miedo que sentía—. ¿Rebecca? —esperó una respuesta que no llegó.

Su rostro se contrajo cuando sollozó. Algo le sucedía a su novia, algo malo, así que tenía que moverse cuanto antes. Rodeó la cama y tomó su teléfono. Las manos le temblaban; siempre era precavida, por eso tenía los números de teléfonos de emergencias de la zona. Buscó en la agenda y pulsó en la pantalla. Sus lágrimas no paraban y su cuerpo era un manojo de nervios.

Suaves toques del alma (Freenbecky)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora