Capítulo 13

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Dos horas después de la sesión con la fisioterapeuta, Nung y Richard llegaron. Rebecca se encontraba de lado, mirando hacia la puerta y verlos aparecer fue un bálsamo para su alma.

Mamá, papá, gracias por venir. Oh, Dios, es tan lindo verlos.

—Hola, cariño —Nung cargaba con dos macetas pequeñas, se apresuró a dejarlas sobre la mesita y se acercó a su hija, la abrazó con cuidado y luego le dio un beso en la cabeza—. Ya estamos aquí. ¿Cómo estás? —le preguntó mientras la miraba y le apartaba los cabellos hacia atrás.

Estoy bien, dentro de lo que cabe.

—Hola, Becky.

Nung se hizo a un lado para darle espacio a Richard, que se acercó también a su hija y le dio un beso en la frente.

—Traje un par de plantas para darle un poco de color a este lugar —le dijo Nung—. Esta —señaló la maceta con la planta más pequeña—, es un rosal amarillo. A pesar de su tamaño, tiene un capullo, en un par de días verás una hermosa rosa.

Eso es genial.

—Y esta —Nung señaló la otra planta—, es un lirio de la paz. Dicen que son buenos para la salud.

El solo verlas me es agradable. Gracias, mamá.

—Creo que hará falta al menos una adicional —comentó Richard.

Está bien así, papá. De todos modos, no es que pueda verlas todo el tiempo.

Nung tomó la maceta que contenía el lirio y lo llevó hasta la ventana, lo dejó en el borde.

—Un poco de sol le hará bien —dijo—. Conseguiré otro rosal. Sabes que le gustan las rosas.

Me encantan, mamá.

Richard asintió, conforme. Se sentó en la silla, cerca de la cama, y tomó la mano de su hija.

—Cariño —le habló—, anoche llamamos a Heidy. Vendrá esta noche, te traerá el teléfono.

La estoy extrañando a rabiar.

—Heidy tiene bastante trabajo esta semana...

Uf, debe salir agotada del bufete.

—Pero me aseguró que vendría cada noche.

Eso es tan dulce. Ella es capaz de hacerlo, incluso si está agotada.

Sus padres continuaron hablándole. Se mantenían cerca de la cama y a veces tomaban su mano esperando que Rebecca pudiera sentirlo. Querían que supiera que ellos estaban a su lado, a la espera de que volviera con ellos. Pasaron el resto de la tarde junto a ella, empezaba a caer la noche cuando decidieron que era hora de irse.

Suaves toques del alma (Freenbecky)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora