Capítulo 54

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La voz automática del GPS le indicó a Freen que tenía que girar a la derecha en la siguiente esquina y llegaría a su destino. No pudo evitar la tensión que se apoderó de su ser; todo aquello le parecía surreal. Sabía que Rebecca estaba nerviosa por el lenguaje de su cuerpo, y también lucía tensa. Tenía las manos dentro de los bolsillos frontales de la chaqueta, pero se advertía que apretaba los puños. Bajó la velocidad a medida que se acercaba a la casa que se suponía era donde vivía Heidy. Se detuvo a escasos metros de lo que era la entrada al estacionamiento de la propiedad.

Desde el asiento del copiloto la pelirroja observó el lugar; su corazón latía acelerado. Sus nervios bullían, sin embargo, no se detendría. No ahora que se hallaba a pocos metros. Desde ahí podía ver el hogar donde habitaba su ex novia. Era de dos plantas; la fachada tenía un estilo moderno y, a simple vista, se podía decir que la propiedad pertenecía a alguien con dinero.

—No hay autos en la cochera —observó Freen , que también contemplaba la casa.

El lugar se encontraba cercado por muros bajos coronados con rejas altas, lo que permitía tener una vista completa de la propiedad; en conclusión, querían presumirla. Los jardines estaban bien cuidados y Rebecca se imaginó a Heidy pasando la podadora cada fin de semana, mientras su pareja y la niña, que aparecía en la fotografía de su Facebook, jugaban correteando por el lugar. La familia feliz.

—Ella debe tener uno. Era su siguiente objetivo tras... mudarnos. Ninguna de las dos podía apartar la vista de la propiedad.

—¿Estás segura de que es la dirección correcta? —preguntó Freen .

—Sí.

—¿Qué quieres hacer?

Rebecca no respondió de inmediato. Con la vista fija en la casa, se mordió el labio inferior. La fisioterapeuta apagó la música y puso su atención en ella tratando de descifrar lo que sentía.

—Tocaré a su puerta —respondió al fin.

—¿Quieres que vaya contigo?

La pelirroja la miró; le sonrió, como agradeciendo su ofrecimiento.

—No. Esto sí quiero hacerlo sola.

—Está bien —aceptó.

Ambas volvieron a mirar hacia la propiedad. Sus corazones latían fuerte, era un momento intenso para la dos por igual. Rebecca respiró hondo y buscó su bolso en los asientos de atrás; lo abrió y sacó el libro que Heidy le prometió leerle. Ella quería cerrar ese círculo y ese libro, de alguna manera, era parte de él.

De pronto, un trueno se oyó a lo lejos, lo que hizo que ambas levantaran la vista. Unas diminutas chispas de lluvia empezaron a verse en el parabrisas del auto.

—Parece que va a llover —comentó Freen , que se echó hacia adelante tratando de mirar el cielo. Logró avistar unas nubes grises.

Para sorpresa de ambas, una camioneta pasó cerca del auto y se orilló hasta detenerse justo frente al portón que daba acceso a la propiedad. Las dos se miraron durante unos instantes. ¿Era Heidy? A contraluz, se podía ver que había dos personas dentro de la camioneta.

Suaves toques del alma (Freenbecky)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora